Por Joel Cruz Cotero
Las pasadas
semanas, mi colega Felipe Reyes escribió tres columnas en donde trató la apatía
política. Tanto él como yo, buenos politólogos, compartimos la preocupación por
la baja participación que existe en algunas elecciones y sobre la decisión de
los votantes. En este sentido, me pareció interesante contrastar nuestras ideas
sobre la participación electoral y el comportamiento de los votantes, ya que
aunque coincido en algunos puntos, difiero en otros.
Empezaré por
comentar sobre los dos puntos en los que coincidimos ambos. Primeramente, en
efecto, las instituciones en México están sufriendo una grave crisis de
confianza por parte de los ciudadanos. Así, si los ciudadanos no confían en el
instituto electoral, en los partidos políticos y en los políticos en general,
es cierto que sus incentivos para ir a votar van a ser bajos. Por ende, es
importante que como ciudadanos exijamos a nuestros representantes más
transparencia y mejor rendición de cuentas. Sin embargo, estas demandas tienen
que venir de una coordinada sociedad civil, y no sólo de un grupo de expertos
en política, economía y sociedad —ya que la democracia no se puede basar en científicos
sociales, cuasi filósofos reyes, que tengan que decidir el devenir del país.
Otro punto
con el que coincidí con Felipe es con la parte de los candidatos
independientes. En efecto, este tipo de candidatos brindaron una nueva opción a
los ciudadanos. Ante el hartazgo generalizado que existía, los candidatos
independientes se convirtieron en nuevo respiro para la ciudadanía. Si ponemos
en contexto a los candidatos independientes, tenemos que en Nuevo León se puede
ver que, en efecto, la participación en la elección de gobernador —donde ganó
el Bronco— fue mayor en comparación con la contienda de 2009, y de igual forma,
en el distrito local 10 de Jalisco —donde ganó la diputación local Kumamoto—
hubo más participación que la que hubo a nivel nacional. En este tenor, el
efecto de los candidatos independientes fue positivo en términos de
participación electoral. En 2018, el efecto de los independientes seguramente
va a ser mucho más grande, y creo que en muchos casos va a incitar a mayor
participación.
Ahora dónde
no terminé por coincidir con mi colega fue en su entendimiento del votante
mexicano y en su solución para generar una mayor participación. Primeramente,
voy a mencionar y a explicar cinco reflexiones que tuve sobre las elecciones y
el comportamiento del votante mexicano en 2015.
1
La decisión
de ir o no a votar no son causadas por la ignorancia y la flojera del votante
mexicano.
Hoy en día
es un error creer que el votante es racional. Un votante no tiene información
perfecta y calcula su utilidad perfectamente. En la Ciencia Política existe un
termino llamado heurística y se refiere al atajo que utilizan los
votantes, dada la información que poseen —que es incompleta porque es
humanamente imposible retener toda la información que hay en un proceso
electoral—, para tomar una decisión. Es decir, al contar con información
incompleta, el votante debe seleccionar cierta información que le sea
suficiente para escoger a su candidato preferido. Para muchos votantes, la identidad
partidista puede serles suficientes; para otros, las opiniones de los
intelectuales; otros más, un tema específico que se haya apropiado algún
partido —como la pena de muerte del Partido Verde o el Presidente del empleo de
Calderón en 2006—, etcétera.
Todos los
votantes son ignorantes por dos razones: la primera es la imposibilidad de que
recuerden y tengan toda la información sobre los candidatos y los partidos; y
la segunda es que no les es posible conocer los intereses y necesidades de los
otros votantes. Por esta razón, el votante necesita recurrir a la heurística, y
dado que no existe ningún votante racional que pueda discriminar una buena o
mala decisión —además de que sería muy autoritario—, todos los atajos son
válidos. Así, la ignorancia no puede ser la causa de la apatía.
Por otro
lado, la flojera tampoco es un argumento fuerte para explicar la baja
participación electoral. Hay que distinguir entre flojera y poco o nulo interés
en la política. Aunque idealmente, todos deberían de estar interesados en los
asuntos públicos, esto no pasa en ninguna parte del mundo. Entonces, a menos
que el voto se haga obligatorio, ni el Estado, ni nadie, puede hacer que los
votantes ejerzan sus derechos políticos, si ellos no lo quieren hacer.
Concuerdo en que se debe concientizar, pero hay que tener claro que no a todos
les interesa la política, así como no a todos les interesa la física, o la
medicina —y que todas, en ciertos momentos, tienen gran utilidad.
2
La
participación del votante mexicano en las elecciones federales de 2015 no fue
mala.
Por
increíble que parezca, en las elecciones de 2015 la participación fue mayor en
comparación con otras elecciones similares. Para poder decir si la
participación fue baja o alta, es necesario usar de la comparación con otras
elecciones similares. En México —y en muchas otras partes del mundo, incluyendo
Estados Unidos— existen dos tipos de elecciones: concurrentes e intermedias.
Las elecciones concurrentes se dan cuando los votantes eligen al Presidente, a
los Diputados y a los Senadores el mismo día; usualmente, la mayor visibilidad
y conocimiento del cargo del Presidente, en comparación con los legisladores,
genera que más gente esté dispuesta a votar. Por otro lado, las elecciones
intermedias son aquellas en donde los votantes sólo eligen a los Diputados, y
debido a que no hay un actor tan atrayente como el Presidente, usualmente, hay
menos participación en las urnas, en comparación con las elecciones
concurrentes.
Las
elecciones de 2015 fueron intermedias, por lo que se deben comparar con las
elecciones de 2009 y 2003. En efecto, la participación, reportada por el
Instituto Nacional Electoral, en la elección de la Cámara Baja fue de 47 por
ciento. Sin embargo, la participación en la elección federal de 2009 fue de
44.6 por ciento, y en la de 2003 fue de 41.19. Viendo los números, la
participación de los votantes ha ido aumentando en el tiempo por lo que los
resultados terminan siendo más legítimos. Igualmente, si se hace la
comparación, 47 por ciento de participación ciudadana no suena tan aterrador
como para empezar a pensar en un Estado Fallido.
3
El hecho de
que los votantes mexicanos no estén interesados en la política, no implica que
no puedan tomar una buena decisión. De igual forma, su voto es válido sin
importar quién influencio en éste.
Como lo
mencioné anteriormente, no todos los votantes son igualmente sofisticados en
los temas políticos. Y sin embargo, una de las bellezas de la democracia es que
los ciudadanos pueden elegir entre las distintas opciones de acuerdo a lo que
ellos crean que les dará mayores beneficios. La democracia se basa en la
agregación de los distintos intereses y opiniones de los votantes. Entonces, no
es posible que la opinión de uno —o unos—, tenga que ser la de los demás, de lo
contrario sería una dictadura o un autoritarismo. Al final, sin importar cuáles
son las causas del voto, se llegará al candidato que es preferido por a
mayoría.
Las
influencias para que un votante decida a un candidato son muy extensas, y a
diferencia de Reyes, yo creo que las familias sí son relevantes en esta
importante deliberación. Las familias —al igual que las universidades, la
iglesia, la comunidad, los amigos, etcétera— van a tener influencia en la
decisión del votante, y no es posible excluirla, tal como proponía mi colega,
pues esta institución es igual de importante que las demás. La familia es una
fuente de información para el votante que en muchos casos determina su
decisión; ejemplo de esto es la identidad partidista que usualmente proviene de
la familia. Igualmente, es más fácil enseñar los valores cívicos en casa que en
la escuela.
4
Si un
votante mexicano recibe una despensa, y así es cómo decide apoyar a un
candidato o a un partido, es completamente válido.
Si un
votante recibe una despensa de un candidato —o de un partido—, o la promesa de
dinero si vota por alguien, esta acción no es motivo para demeritar su voto. Su
lógica es tan buena como la mía al elegir un candidato, y no se debe comportar
como si se comprendiera el entendimiento de este votante. Por ejemplo, una
persona que apenas tiene para comer, no la puedo juzgar al recibir una
despensa, cuando yo no he pasado un día de hambre en mi vida. Su decisión se
basó en la idea de obtener bienestar, aunque sea en ese momento —cuando otros
querrán el bienestar en el futuro.
Ahora, no
quiero que se me malinterprete y piensen que apoyo el clientelismo. ¡Para nada!
La compra del voto es una acción ilegal, pero el que comete el delito es él que
da la despensa y no quien la recibe. Por lo tanto, si alguien tiene que ser
juzgado y castigado, es aquel que trata de obtener un voto al ofrecer un bien o
servicio personal a un votantes, en vez de tratar de convencerlo mediante un
plan de acción social. El clientelismo es un problema muy grave en México, pero
la solución no puede venir de los demandantes —votantes—, sino de los oferentes
—candidatos y partidos políticos.
5
Mientras los
candidatos y partidos den más información será mejor para el votante mexicano.
En las
elecciones, es labor de los partidos darles información a los votantes para que
si no han tomado una decisión, la tomen. Entonces, los spots es un buen
mecanismo para que los partidos den esta información. En este sentido, no se
debería de restringir más la divulgación de anuncios en radio y televisión. De
igual forma, así como la cantidad de spots importa, también debería de importar
la calidad. En consecuencia, las campañas negativas son de gran ayuda para que
los votantes puedan tener mayor información sobre los candidatos que están
participando en las contiendas electorales. Por supuesto que todo tendría que
ser regulado —y sancionado en caso de ser necesario— más ese es otro tema a
tratar.
Las redes
sociales son también muy útiles en la divulgación y comunicación. Es importante
que mediante las redes sociales es más fácil establecer la comunicación entre
el votante común y el candidato. De igual forma, mediante las redes sociales,
un votante puede recibir más información y más filtrada de aquella que recibe
en los medios tradicionales. Entonces, tampoco coincido con Felipe en el hecho
desacredite el uso masivo de las redes sociales porque éstas generan un bien
público.
En esta
ocasión expuse sobre el comportamiento del votante mexicano y cómo este actor
llega a participar. Las reflexiones fueron en respuesta a las columnas de
Felipe Reyes, y no tanto a los resultados de encuestas. En esta columna sólo
mencione los puntos en los que convergíamos y divergíamos con respecto a la
participación de los mexicanos en las últimas elecciones federales. En la siguiente
columna voy a escribir sobre como creo que se podría solucionar el problema de
la baja participación en las elecciones mexicanas.
Publicado el 14 de septiembre de 2015 en masdimensiones.com
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