martes, 15 de septiembre de 2015

Participación ciudadana I: Respuesta a Felipe Reyes

Por Joel Cruz Cotero

Las pasadas semanas, mi colega Felipe Reyes escribió tres columnas en donde trató la apatía política. Tanto él como yo, buenos politólogos, compartimos la preocupación por la baja participación que existe en algunas elecciones y sobre la decisión de los votantes. En este sentido, me pareció interesante contrastar nuestras ideas sobre la participación electoral y el comportamiento de los votantes, ya que aunque coincido en algunos puntos, difiero en otros.

Empezaré por comentar sobre los dos puntos en los que coincidimos ambos. Primeramente, en efecto, las instituciones en México están sufriendo una grave crisis de confianza por parte de los ciudadanos. Así, si los ciudadanos no confían en el instituto electoral, en los partidos políticos y en los políticos en general, es cierto que sus incentivos para ir a votar van a ser bajos. Por ende, es importante que como ciudadanos exijamos a nuestros representantes más transparencia y mejor rendición de cuentas. Sin embargo, estas demandas tienen que venir de una coordinada sociedad civil, y no sólo de un grupo de expertos en política, economía y sociedad —ya que la democracia no se puede basar en científicos sociales, cuasi filósofos reyes, que tengan que decidir el devenir del país.

Otro punto con el que coincidí con Felipe es con la parte de los candidatos independientes. En efecto, este tipo de candidatos brindaron una nueva opción a los ciudadanos. Ante el hartazgo generalizado que existía, los candidatos independientes se convirtieron en nuevo respiro para la ciudadanía. Si ponemos en contexto a los candidatos independientes, tenemos que en Nuevo León se puede ver que, en efecto, la participación en la elección de gobernador —donde ganó el Bronco— fue mayor en comparación con la contienda de 2009, y de igual forma, en el distrito local 10 de Jalisco —donde ganó la diputación local Kumamoto— hubo más participación que la que hubo a nivel nacional. En este tenor, el efecto de los candidatos independientes fue positivo en términos de participación electoral. En 2018, el efecto de los independientes seguramente va a ser mucho más grande, y creo que en muchos casos va a incitar a mayor participación.

Ahora dónde no terminé por coincidir con mi colega fue en su entendimiento del votante mexicano y en su solución para generar una mayor participación. Primeramente, voy a mencionar y a explicar cinco reflexiones que tuve sobre las elecciones y el comportamiento del votante mexicano en 2015.


1      La decisión de ir o no a votar no son causadas por la ignorancia y la flojera del votante mexicano.

Hoy en día es un error creer que el votante es racional. Un votante no tiene información perfecta y calcula su utilidad perfectamente. En la Ciencia Política existe un termino llamado heurística y se refiere al atajo que utilizan los votantes, dada la información que poseen —que es incompleta porque es humanamente imposible retener toda la información que hay en un proceso electoral—, para tomar una decisión. Es decir, al contar con información incompleta, el votante debe seleccionar cierta información que le sea suficiente para escoger a su candidato preferido. Para muchos votantes, la identidad partidista puede serles suficientes; para otros, las opiniones de los intelectuales; otros más, un tema específico que se haya apropiado algún partido —como la pena de muerte del Partido Verde o el Presidente del empleo de Calderón en 2006—, etcétera.

Todos los votantes son ignorantes por dos razones: la primera es la imposibilidad de que recuerden y tengan toda la información sobre los candidatos y los partidos; y la segunda es que no les es posible conocer los intereses y necesidades de los otros votantes. Por esta razón, el votante necesita recurrir a la heurística, y dado que no existe ningún votante racional que pueda discriminar una buena o mala decisión —además de que sería muy autoritario—, todos los atajos son válidos. Así, la ignorancia no puede ser la causa de la apatía.

Por otro lado, la flojera tampoco es un argumento fuerte para explicar la baja participación electoral. Hay que distinguir entre flojera y poco o nulo interés en la política. Aunque idealmente, todos deberían de estar interesados en los asuntos públicos, esto no pasa en ninguna parte del mundo. Entonces, a menos que el voto se haga obligatorio, ni el Estado, ni nadie, puede hacer que los votantes ejerzan sus derechos políticos, si ellos no lo quieren hacer. Concuerdo en que se debe concientizar, pero hay que tener claro que no a todos les interesa la política, así como no a todos les interesa la física, o la medicina —y que todas, en ciertos momentos, tienen gran utilidad.


2      La participación del votante mexicano en las elecciones federales de 2015 no fue mala.

Por increíble que parezca, en las elecciones de 2015 la participación fue mayor en comparación con otras elecciones similares. Para poder decir si la participación fue baja o alta, es necesario usar de la comparación con otras elecciones similares. En México —y en muchas otras partes del mundo, incluyendo Estados Unidos— existen dos tipos de elecciones: concurrentes e intermedias. Las elecciones concurrentes se dan cuando los votantes eligen al Presidente, a los Diputados y a los Senadores el mismo día; usualmente, la mayor visibilidad y conocimiento del cargo del Presidente, en comparación con los legisladores, genera que más gente esté dispuesta a votar. Por otro lado, las elecciones intermedias son aquellas en donde los votantes sólo eligen a los Diputados, y debido a que no hay un actor tan atrayente como el Presidente, usualmente, hay menos participación en las urnas, en comparación con las elecciones concurrentes.

Las elecciones de 2015 fueron intermedias, por lo que se deben comparar con las elecciones de 2009 y 2003. En efecto, la participación, reportada por el Instituto Nacional Electoral, en la elección de la Cámara Baja fue de 47 por ciento. Sin embargo, la participación en la elección federal de 2009 fue de 44.6 por ciento, y en la de 2003 fue de 41.19. Viendo los números, la participación de los votantes ha ido aumentando en el tiempo por lo que los resultados terminan siendo más legítimos. Igualmente, si se hace la comparación, 47 por ciento de participación ciudadana no suena tan aterrador como para empezar a pensar en un Estado Fallido.


3      El hecho de que los votantes mexicanos no estén interesados en la política, no implica que no puedan tomar una buena decisión. De igual forma, su voto es válido sin importar quién influencio en éste.

Como lo mencioné anteriormente, no todos los votantes son igualmente sofisticados en los temas políticos. Y sin embargo, una de las bellezas de la democracia es que los ciudadanos pueden elegir entre las distintas opciones de acuerdo a lo que ellos crean que les dará mayores beneficios. La democracia se basa en la agregación de los distintos intereses y opiniones de los votantes. Entonces, no es posible que la opinión de uno —o unos—, tenga que ser la de los demás, de lo contrario sería una dictadura o un autoritarismo. Al final, sin importar cuáles son las causas del voto, se llegará al candidato que es preferido por a mayoría.

Las influencias para que un votante decida a un candidato son muy extensas, y a diferencia de Reyes, yo creo que las familias sí son relevantes en esta importante deliberación. Las familias —al igual que las universidades, la iglesia, la comunidad, los amigos, etcétera— van a tener influencia en la decisión del votante, y no es posible excluirla, tal como proponía mi colega, pues esta institución es igual de importante que las demás. La familia es una fuente de información para el votante que en muchos casos determina su decisión; ejemplo de esto es la identidad partidista que usualmente proviene de la familia. Igualmente, es más fácil enseñar los valores cívicos en casa que en la escuela.


4      Si un votante mexicano recibe una despensa, y así es cómo decide apoyar a un candidato o a un partido, es completamente válido.

Si un votante recibe una despensa de un candidato —o de un partido—, o la promesa de dinero si vota por alguien, esta acción no es motivo para demeritar su voto. Su lógica es tan buena como la mía al elegir un candidato, y no se debe comportar como si se comprendiera el entendimiento de este votante. Por ejemplo, una persona que apenas tiene para comer, no la puedo juzgar al recibir una despensa, cuando yo no he pasado un día de hambre en mi vida. Su decisión se basó en la idea de obtener bienestar, aunque sea en ese momento —cuando otros querrán el bienestar en el futuro.

Ahora, no quiero que se me malinterprete y piensen que apoyo el clientelismo. ¡Para nada! La compra del voto es una acción ilegal, pero el que comete el delito es él que da la despensa y no quien la recibe. Por lo tanto, si alguien tiene que ser juzgado y castigado, es aquel que trata de obtener un voto al ofrecer un bien o servicio personal a un votantes, en vez de tratar de convencerlo mediante un plan de acción social. El clientelismo es un problema muy grave en México, pero la solución no puede venir de los demandantes —votantes—, sino de los oferentes —candidatos y partidos políticos.


5      Mientras los candidatos y partidos den más información será mejor para el votante mexicano.

En las elecciones, es labor de los partidos darles información a los votantes para que si no han tomado una decisión, la tomen. Entonces, los spots es un buen mecanismo para que los partidos den esta información. En este sentido, no se debería de restringir más la divulgación de anuncios en radio y televisión. De igual forma, así como la cantidad de spots importa, también debería de importar la calidad. En consecuencia, las campañas negativas son de gran ayuda para que los votantes puedan tener mayor información sobre los candidatos que están participando en las contiendas electorales. Por supuesto que todo tendría que ser regulado —y sancionado en caso de ser necesario— más ese es otro tema a tratar.

Las redes sociales son también muy útiles en la divulgación y comunicación. Es importante que mediante las redes sociales es más fácil establecer la comunicación entre el votante común y el candidato. De igual forma, mediante las redes sociales, un votante puede recibir más información y más filtrada de aquella que recibe en los medios tradicionales. Entonces, tampoco coincido con Felipe en el hecho desacredite el uso masivo de las redes sociales porque éstas generan un bien público.



En esta ocasión expuse sobre el comportamiento del votante mexicano y cómo este actor llega a participar. Las reflexiones fueron en respuesta a las columnas de Felipe Reyes, y no tanto a los resultados de encuestas. En esta columna sólo mencione los puntos en los que convergíamos y divergíamos con respecto a la participación de los mexicanos en las últimas elecciones federales. En la siguiente columna voy a escribir sobre como creo que se podría solucionar el problema de la baja participación en las elecciones mexicanas.

Publicado el 14 de septiembre de 2015 en masdimensiones.com

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