martes, 15 de septiembre de 2015

Independencia institucional

Por Joel Cruz Cotero

“El PVEM violó la ley, por eso fue sancionado, lo hizo de manera grave y por eso fue sancionado gravemente. Pero el conjunto de ilícitos en los que incurrió a lo largo de estos meses, no puso en riesgo, ni el sistema de democrático, ni al estado constitucional.”

Lorenzo Córdova, Consejero Presidente del INE

En este mes ocurrieron dos sucesos que mostraron la ineficiencia, de nuestras instituciones, y la falta de poder en la ley de nuestro país. En primer lugar, el 12 de agosto, el Instituto Nacional Electoral (INE) rechazó la solicitud para retirar el registro al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), auspiciada por el hecho que a lo largo de las campañas electorales de este año, el PVEM violó constantemente las leyes electorales. Por otro lado, el 21 de agosto, Virgilio Andrade, Secretario de la Función Pública, declaró que no hay conflictos de interés en tres compra-ventas de inmuebles, por parte del Presidente Enrique Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y el secretario de Hacienda Luis Videgaray; al final, la investigación sobre los conflictos de interés no pareció convincente.

Con este tipo de acciones, no debería sorprender que los mexicanos no tengan confianza en sus instituciones. Según una encuesta del periódico Reforma, que publicó el 4 de agosto, 72% de los mexicanos tiene poco o nada confianza en el Gobierno del Presidente Enrique Peña, 61% en el INE, 69% en el Congreso, 70% en la Suprema Corte y 82% en los partidos políticos. Notar estos niveles de desconfianza muestra que es necesario un cambio institucional de manera urgente, y sinceramente, no creo que una disculpa del Presidente vaya a cambiar la sensación de los mexicanos, y mucho menos la actitud hacia las instituciones. El diagnóstico es claro, los ciudadanos mexicanos no están conformes con sus instituciones; lo que no es tan claro, es qué se va a hacer para cambiar la dinámica institucional.

No es coincidencia que el INE y Virgilio Andrade hayan decido a favor de la impunidad y en contra de la correcta aplicación de las leyes. La verdad es que ambos tenían los incentivos para hacer lo que hicieron. No es que el Secretario y los consejeros tengan mentes perversas, pero, como cualquier actor económico, actuaron de acuerdo a la rendición de cuentas que debían hacia sus jefes —el INE al Congreso y los partidos políticos, el Secretario de la Función Pública al Presidente Peña— y a las limitaciones que tienen en cuanto a la ejecución y sanciones, por las leyes y códigos.

El hecho de que los consejeros del INE sean electos por dos terceras partes de la Cámara de Diputados,[1] y esta Cámara tenga la facultad para removerlos —tal como sucedió con el Consejero Presidente y otros consejeros en 2007—, otorga poder al Congreso y a los partidos políticos sobre las decisiones de los consejeros. De igual forma, cualquier miembro, de cualquier gabinete del mundo, le rinde cuentas al jefe de gobierno, pues éste lo designa y tiene la capacidad de removerl;, Andrade no es la excepción.

Así, si se ve que las instituciones no están funcionando adecuadamente y que los incentivos están mal alineados, entonces ¿por qué no se cambian las reglas? Nuestros legisladores deben darle verdadera autonomía al INE, y legislar en torno a la resolución de conflictos de interés, estructurando una institución ajena e independiente a los actores involucrados. Bien decía James Madison, en el Federalista 51, que “la ambición debe ponerse en juego para contrarrestar a la ambición”, y para que unos se puedan revisar a otros, debe existir un adecuado sistema de pesos y contrapesos en donde la independencia institucional es clave. Es cierto que Madison, y los Federalistas, se referían a la separación del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sin embargo, la construcción institucional también es muy útil en la independencia de los organismos autónomos existentes en México. Para que se logré esta independencia es necesario que el INE tenga facultades para ejecutar y aplicar la ley correctamente sin que existan represalias de los partidos políticos; en consecuencia, los diputados no deberían elegir a los consejeros electorales —una opción para elegir a los consejeros podría ser mediante el sorteo de candidatos que cumplan ciertos requisitos— y, mucho menos, deberían de tener el poder para removerlos. En tanto, los conflictos de interés, en donde miembros del Ejecutivo estén involucrados, deberían ser investigados y juzgados por el Congreso de la Unión, o más bien, por la Suprema Corte.

Por supuesto que la independencia institucional no es el único cambio que necesitan nuestras instituciones, pero sí sería uno que ayudaría, bastante, a mejorar la eficiencia y los resultados de las actuales instituciones —y así, seguramente, los ciudadanos tendrían más confianza en éstas. Ya se está tocando fondo y momento de diseñar reformas políticas mucho más serias.


Publicado el 26 de agosto de 2015 en masdimensiones.com



[1] Apartado A, base V, artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

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