lunes, 11 de junio de 2007

De demócrata a dictador

Por Joel Cruz Cotero

Chávez está en vías de ser un dictador. les guste o no, es cierto al principio cuando llegó al poder fue por medio de elecciones democráticas. Con el paso del tiempo su gobierno se fue haciendo autoritario al empezar a manejar las elecciones, al Congreso y al gobierno el general a su gusto. Hasta este momento todo era legal pero ya autoritario. Por lo tanto no era una dictadura ya que ésta es cuando el mandatario no cumple la ley y creo que Chávez si respetaba la ley, la cambiaba a su gusto, pero sus acciones siempre habían sido legales. Sin embargo, quitarle la concesión a Radio Caracas Televisión ya es muestra de un gobierno dictatorial, eso ya atenta contra la libertad de expresión que es un derecho de cualquier democracia y por lo tanto es un acto ilegal.

Chávez es cada vez más fuerte y más difícil detenerlo. Creo que Chávez ya es peor que Bush, y créanme Bush no es santo de mi devoción, Bush es autoritario pero Chávez ya tiene síntomas de dictador. Y no por atacar a Chávez significa que soy pro-yanqui ni que estoy atentando contra el pueblo latino, todo lo contrario el gobierno de Chávez está envenenando los pocos avances democráticos en América latina.

Ver los errores de Chávez no significa que somos pro-gringos, creo que Chávez debería de ver que en realidad está mal y que tarde o temprano llevará a Venezuela al suelo. Les recuerdo que el petróleo algún día se va a acabar y es hasta entonces cuando los venezolanos van a lamentar haberle permitido tanto a Chávez

Espero que con su acto dictatorial que acaba de realizar con RCTV empieza a haber más conciencia y así creo que empezara a caer el dictador populista de América latina

Les dejo un artículo de Jorge Chabat para que reflexionen un poco más.

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/37731.html

viernes, 8 de junio de 2007

Porfirio Díaz: del infierno al purgatorio

Por Joel Cruz Cotero

“Porfirio: ‹‹ El villano total›› […]. Esta es, quizá, la mentira mayor de la historia oficial, la consecuencia extrema de reducir la historia a un drama – una comedia, más bien – entre el cielo y el infierno”

Enrique Krauze

Porfirio Díaz sin duda ha sido, junto con Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna, uno de los personajes más castigados en la historia mexicana. La sentencia de Díaz como villano en la historia mexicana fue creada después de la Revolución Mexicana. La idea de la dictadura, el favoritismo a la elite, la venta del país al extranjero, la traición al liberalismo y el abuso de poder, sólo fueron utilizados después de la caída del Porfirio Díaz en 1910 a manos de los revolucionarios. Así nació el “antiporfirismo”, con el fin de rechazar el régimen de Díaz y desde 1910 hasta la actualidad se ha tratado de dar a conocer la visión “antiporfirista” de Díaz[1], que algunas de sus afirmaciones se han exagerado y tergiversado. Una idea “antiporfirista” es la de que el régimen de Díaz era una dictadura militar. El propósito de este ensayo es, analizando la política porfirista, saber si Díaz en realidad tuvo una dictadura militar.

Dos ejemplos de esta perspectiva porfirista se pueden observan claramente en el México Bárbaro del periodista estadounidense John Kenneth Turner y la obra de Breve Historia de México del conservador mexicano José Vasconcelos:

“[…] el Gral. Díaz con una habilidad que nadie puede negar, se apropio de todos los elementos de poder que había en el país, excepto la nación misma. Por una parte ejercía una dictadura militar y por la otra disponía de una camarilla financiera.”[2]

“A Díaz le falto el labrado. Pero su alma fue el bloque en torno al cual un país enfermo halló la paz malsana de treinta y cinco años de dictadura”[3]

“Se vería hasta entonces hasta qué punto retardó más bien nuestro progreso el militarismo porfirista”[4]

Díaz estuvo en el poder cerca de 30 años, sin duda ha sido el presidente que ha estado más tiempo en el poder. Durante esté tiempo, él al igual que Benito Juárez cuando fue presidente, buscó la manera de ejercer el control absoluto del gobierno y administrar el país con los menores obstáculos posibles. Juárez y Díaz fueron muy hábiles con el uso de política y con el manejo de las leyes, buscaron siempre lograr sus objetivos legalmente. Tanto el gobierno de Juárez como el de Díaz habían sido éxitos, esto con respecto a la estabilidad (relativamente en el caso de Juárez) y durabilidad (14 años duró el gobierno de Juárez y 31 años el de Díaz) que tuvieron sus gobiernos. “La responsabilidad de todo gobierno […] es la de sobrevivir”[5]. Después de la independencia había existido una inestabilidad en el país, existieron cambios de gobiernos muy rápidos, algunos gobiernos duraban sólo unos meses, otros semanas e incluso algunos unos cuantos días. Fue hasta la llegada de Juárez que pudo subsistir un gobierno capaz de poner en orden la administración y realizar su labor adecuadamente.

Juárez estuvo desde 1958 hasta su muerte en 1972. Después heredó el gobierno Sebastián Lerdo de Tejada desde 1972 hasta 1976 que fue cuando Díaz tomó el poder que pudo conservar hasta 1911 (con la excepción del periodo de 1880 a 1884 en el cual Manuel González fue presidente de México). Ambos personajes tuvieron una estrategia para conservar el poder. Juárez, por ejemplo, supo manejar el sistema electoral. El sistema electora durante la época de Juárez no era de partidos y era de indirecta de dos grados. Debido a que existían distritos, los gobernadores podían influir bastante en las elecciones. Juárez pudo reelegirse dos veces porque supo mantener alianzas con la mayoría de los gobernadores. El doctor Luis Medina Peña lo explica de la siguiente manera:

“Desde el inicio resultaba obvio que cualquier candidato a la presidencia, fuera para su elección o para su reelección, requería de los gobernadores, que contaban a su vez con la fidelidad de sus jefes políticos en los momentos electorales, para tener en el Congreso un colegio electoral anuente”[6]

Díaz logró mantenerse en el poder gracias a diversas estrategias que utilizó. En primer lugar la ideología de Díaz se adaptó a lo más útil para la administración. Aunque durante su primer mandato la ideología manejada fue la liberal radical, basada en el principio tuxtepecano[7], desde su segundo mandato y hasta el séptimo, más que una ideología liberal radical o conservadora, siempre fue utilizado el pragmatismo. A mediados del siglo xix el liberalismo se encontraba en amenaza bajo una nueva ideología liberal conservadora llamada positivismo[8]. Díaz con su política pragmática llegó a adoptar el positivismo durante su régimen en busca del orden, la paz y el progreso. El historiador Paul Garner considera que el positivismo iba en realidad en contra del liberalismo (la base ideológica de Díaz), tal se puede ver en el siguiente fragmento:

“En términos políticos, el positivismo era un desafío para el idealismo excesivo o ‹‹metafísico›› del liberalismo doctrinario y su hincapié en la soberanía popular; en lugar de eso, defendía la reforma constitucional y el fortalecimiento de un gobierno central que evitará caer en la anarquía y la revolución”[9]

La subordinación fue otro factor importante para que Díaz pudiera conservar el poder. La lealtad y la deferencia hacia el mandatario era sumamente importante para mantener una estabilidad política, necesaria para tener control del gobierno y evitar la oposición, y de esta manera mantener la paz y el orden, que desde la independencia había sido imposible mantener, y poder traer progreso a la nación. Militares y civiles, aliados y enemigos, todos estaban subordinados a Díaz. Los que alguna vez habían apoyado a Díaz eran recompensados y los que habían combatido a Díaz eran invitados a participar en el gobierno de Díaz. El objetivo era evitar tener enemigos que fueran un dolor de cabeza, esta actitud se aprecia en una carta mandada por Díaz a su hermano Félix Díaz, cuando éste era gobernador de Oaxaca en 1867, en la cual Díaz expresa:

“[…] un hombre en tu posición debe ser amigo de todos y enemigo de nadie por chico que sea. No quiero decirte que llames hábil al tonto ni digno al que se evanece, pero no les digas los defectos, el cilencio no compromete a nada ni a nadie agrava, óyeme y tú disfrutarás los resultados”[10]

Obtener la lealtad de los principales actores políticos durante el porfiriato no era tarea fácil. La personalidad de Díaz ayudo mucho, el trato personalista y el carisma de Díaz fueron esenciales. Díaz se dio a conocer como héroe nacional, caudillo, “el estandarte de la paz que brilla” y la personificación de “la gloria de México” a quien los mexicanos tenían que mostrar lealtad, admiración y respeto. Díaz en lugar de tener conflictos era el mediador de sus subordinados. Ejemplo de la política de personalismo y patronazgo, se puede apreciar en la reconciliación de Díaz con la Iglesia y con los lerdistas, que habían sido de sus grandes enemigos al principio de su régimen. El segundo matrimonio de Díaz con Carmen Romero Rubio, hija de un lerdista, reflejó el reconcilio entre Díaz con los lerdistas, además al haber sido casados por el jefe de la Iglesia mexicana, el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, también se vio la reconciliación entre los representantes del Estado y de la Iglesia. El reconocimiento de la Iglesia del sistema porfirista terminó el gran conflicto que había empezado desde la promulgación de la Constitución de 1857.

Algo notable durante el porfiriato es el hecho de que siempre hubo elecciones para los aspirantes a cargos políticos (presidente, gobernadores, legisladores). “El régimen de Díaz siempre estuvo comprometido con la realización de elecciones regulares, conforme a las prácticas establecidas en la Constitución de 1857”[11]. El patronazgo de Díaz era utilizado en las elecciones para elegir tanto los cargos no electos como la selección de los candidatos para los puestos de elección. Los candidatos tenían que ser aceptados, directa o indirectamente, por el presidente (aunque no eran decisiones arbitrarias del ejecutivo ya que éste tenía que negociar con otros actores como es el caso de los gobernadores). Los resultados de las elecciones eran de suma importancia, por lo que se debían de tener siempre revisadas las elecciones a nivel nacional y estatal. Al principio de del porfiriato, regidos por las bases tuxtepecanas, se llevó a cabo el principio de no reelección continua, pero para 1888 la situación había cambiado, se permitió la reelección continua por un periodo más y en 1990 se quitaron todas las restricciones para reelegirse. Con estas reformas que se dieron a la Constitución, Díaz se mantuvo en el poder hasta 1911. Las enmiendas constitucionales se había logrado gracias al control de la mayor parte de los legisladores por parte de Díaz, los cuales habían votado las nuevas reformas electorales.

Parte de los conflictos que se dieron durante el siglo xix fueron entre los gobiernos estatales y el gobierno central. En el primer periodo, debido a la etapa tuxtepecana, Díaz optó por la descentralización, los gobernadores tenían una fuerte autoridad en las regiones y se necesitaba de un alto grado de tacto y negociación. Sin embargo, después de la primera reelección de Díaz en 1884, la autoridad de los gobernadores se fue debilitando poco a poco. Díaz fue acomodando en el país a los gobernadores al igual que lo había hecho con los otros puestos de gobierno. Algunos Estados eran más autónomos que otros, pero algo que es cierto es que todos los gobernadores estaban subordinados al presidente de México. Además buscó la estrategia para ir restando poder a los gobernadores, una manera por ejemplo, era asignando al gobernador un Estado en el cual no tuviera conexiones que le permitiera tener un liderazgo regional. Díaz mantuvo en el poder a las personas que le serían leales y buscaba la manera de eliminar a sus posibles rivales en el futuro. Tal es el caso del gobernador de Nuevo León en 1885, Bernardo Reyes, quien aunque era leal al presidente, al empezar a tener influencia en el ejército y crear la Segunda reserva militar, Díaz lo vio como una posible amenaza futura y decidió restarle poder.

Es cierto que Díaz llegó al poder gracias a un movimiento militar, el Plan de Tuxtepec, pero no fue la intención de Díaz, a lo largo de su porfiriato, fortalecer al ejército, todo lo contrarío, redujo su poder y lo hizo más leal al poder central. Díaz buscó siempre evitar que algún militar pudiera llegar al poder de la misma manera que el lo había hecho. Uno de los resultados de la lucha entre 1857 y 1867 fue la creación de milicias locales y unidades de Guardia nacional que fueron esenciales para la victoria liberal. Díaz, inteligentemente, supo que las milicias regionales podían ser una amenaza para su régimen y después de 1984 adoptó dos estrategias: la primera fue desmovilizar la Guardia nacional que en número era muy grande; la segunda fue brindarle mayor profesionalización al ejército y reducir oficiales y tropas en servicio activo. Las lealtades militares locales hacia los caudillos regionales, como alguna vez lo había sido Díaz, fueron desapareciendo conforme las regiones iban perdiendo poder e influencia militar. En cambio la lealtad del ejército profesional fue cada vez mayor hacía la autoridad central.

Al régimen porfirista no se le puede considerar militar sólo porque las vías con las que se llegó al poder fueron las militares. Díaz, militar de carrera, llegó al poder gracias a su exitosa campaña militar, el Plan de Tuxtepec, pero durante su mandato no fortaleció a la institución militar. “[…] el control de Díaz sobre el ejército era amplio y él resultó ser el más efectivo de los presidentes de México en el siglo xix para socavar la cultura del pronunciamiento militar y para evitar la intervención de la milicia en la política”[12]. Aunque hubo gobernadores, que al igual que Díaz, eran militares, nunca se utilizaron medidas militares para dominar la política, destruir a la oposición o controlar las elecciones. Por esta razón no se le puede considerar al gobierno de Díaz un régimen militar como lo considera John Turner o José Vasconcelos.

Hablando ahora de la “dictadura” porfirista, no se le puede considerar así al régimen. Aunque su régimen si fue autoritario, todas sus acciones eran legales y nunca rompió las leyes de la Constitución de 1857, es cierto que llegó a hacer reformas constitucionales, como las electorales para conservar el poder, pero nunca desacato a la Constitución. El doctor Luis Medina Peña explica en su libro, Invención del sistema político mexicano, explica como Daniel Cosio Villegas consideró en su obra, Historia Moderna de México, que Díaz en realidad no había sido un dictador:

“[…] una dictadura ‹‹es un gobierno que, invocando el interés público, se ejerce fuera de las leyes constitucionales››. No es el caso de Díaz […] pues ‹‹en treinta y cuatro años respetó escrupulosamente las formulas constitucionales››. Prefiere llamar autoritario a ese gobierno, entendiendo por ello un gobierno ‹‹partidario extremoso del principio de autoridad››.”[13]

Díaz en realidad no fue un dictador, fue un genio de la política al igual que Juárez. Supo manejar a los actores políticos de finales del siglo xix y de principios del siglo xx. El patronazgo y el culto a la personalidad fueron parte de las estrategias de Díaz para tener junto a él en el poder a personas leales que le permitieran manejar su gobierno sin objeciones y de esta manera también logró estar en el poder durante 31 años. Nunca faltaron las elecciones que la constitución de 1857 exigía, siempre fueron legales, y aunque Díaz llegó a tener el control de los candidatos para los puestos políticos, siempre respetó las condiciones constitucionales. Díaz estuvo tanto tiempo en el poder no porque haya quebrantado la constitución, más bien porque supo como controlar el gobierno y cambiar las leyes para lograr sus objetivos.


Bibliografía:

Ballard P., Laurens. Juárez y Díaz. Continuidad y ruptura en la política mexicana. México: Ediciones Era, 1996.

Garner, Paul. Porfirio Díaz. Del héroe al dictador: una biografía política. México: Planeta, 2003.

Medina P., Luis. Invención del sistema político mexicano. México: Fondo de Cultura Económica, 2004.

Turner, John K. México Bárbaro. México: Porrúa, 1997.

Vasconcelos, José. Breve Historia de México. México: Trillas, 2004.



[1] En la actualidad la visión de Díaz y del porfiriato no sólo es el “antiporfirismo”, desde la década de los noventa se ha desarrollado una nueva visión, el “neoporfirismo”, que no alaba tanto a Díaz y a su régimen, como la visión “porfirista” (manera de ver a Díaz y a su régimen durante el porfiriato), pero tampoco lo trata como un terrible villano.

[2] John K. Turner, “El sistema de Díaz” en México Bárbaro. (México: Porrúa, 1997), pp. 98-99.

[3] José Vasconcelos, “Porfirio Díaz” en Breve Historia de México. (México: Trillas, 2004), p. 302.

[4] Ibid., p. 306.

[5] Laurens Ballard P., “Los ataques a Juárez” en Juárez y Díaz. Continuidad y ruptura en la política mexicana. (México: Ediciones Era, 1996), p. 136.

[6] Luis Medina P., “Actores, Acción y Sistema Político” en Invención del sistema político mexicano. (México: Fondo de Cultura Económica, 2004), p.242.

[7] El Plan de Tuxtepec fue la campaña militar con la que Díaz protesta al intento de reelección de Lerdo de Tejada y con la que logró llegar al poder en 1876. El Plan de Tuxtepec era totalmente liberal radical y proponía terminar con la reelección.

[8] Doctrina que inicia en Europa en la década de 1820 en Francia y España, el positivismo defendía la aplicación del método científico no sólo para el análisis de las condiciones sociales, económicas y políticas, sino también para la formulación de políticas que podrías remediar las deficiencias y asegurar el progreso material y científico.

[9] Paul Garner, “Liberalismo pragmático” en Porfirio Díaz. Del héroe al dictador: una biografía política. (México: Planeta, 2003), p. 78.

[10] Porfirio a Félix Díaz, 27 de noviembre de 1867, cpd:L41:T1:f.406. apud Ibid., 83.

[11] Paul Garner, “Liberalismo pragmático” op. cit., p. 87.

[12] Paul Garner, “La consolidación del poder” en Porfirio Díaz. Del héroe al dictador, una biografía política. (México: Planeta, 2003), p. 119.

[13] Luis Medina P., “Porfirio Díaz y la creación del sistema político” en Invención del sistema político mexicano. (México: Fondo de Cultura Económica, 2004), p.279.

El arte Coca-Cola


Por Joel Cruz Cotero

“Ábrete al lado Coca-Cola de la vida. Toma una botella, gira la tapa, corta la tensión con un cuchillo, roba un rayo de sol, ve el otro lado, siente el futuro, diviértete, compártelo con extraños, muestra tu corazón al descubierto, pon algunas flores en un arma, ve el vaso medio lleno y no de la otra forma, mira como el mundo le crece una sonrisa, las posibilidades abundan, por cada no, hay un sí, más grande, sí por cada artista muerto de hambre, hay un sueño de gran éxito. En el lado Coca-Cola de la vida hay mucho más que ser por cada callejón sin salida hay una oportunidad, es garabatear notas de esperanza en la banqueta, una mente abierta sobre tu vida. Es una nueva aventura cada día, el lado Coca-Cola de la vida.”

El lado Coca-Cola de la vida

¿Qué es el arte? Hoy en día es muy difícil dar una definición precisa de arte ya que ésta depende de quién lo está definiendo. Desde mi punto de vista, el arte antiguamente (y todavía un poco hoy en día) era la forma de una persona de expresar su sentir, la perspectiva de su entorno, podía ser una crítica o una simple aceptación de la situación en la que la persona vivía. Como una crítica se pueden apreciar algunas obras como el jardín de las delicias del pintor holandés Jeroen van Aeken (el Bosco), en esta pintura, el Bosco hace una fuerte crítica a la sociedad medieval, muestra como el hombre ha estado perdido desde que Eva cometió el pecado capital, añadiendo que el comportamiento inadecuado de los hombres en el mundo terrenal los llevará a ser castigo y sufrir eternamente en el infierno. Por otro lado esta la alabanza o aceptación del contexto, un ejemplo puede ser la pintura de Napoleón atravesando los Alpes del pintor francés Jaques-Louis David, en está obra se observa claramente el apoyo al régimen de Napoleón. Sin embargo, los valores sociales han cambiado drástica y rápidamente en el Siglo XX con la perspectiva de arte también sufrió cambios muy radicales.

En el siglo XXI, lo que domina el comportamiento cultural, económico, político y social es el movimiento de las masas, quien domina las masas es quien tiene el poder. El arte de las masas no es aquel que crítica o aprueba un sistema político o social, el arte de las masas es el arte aquel que satisface las necesidades de esta sociedad de borregos, es aquel que brinda diversión, es aquel que se puede comprar y consumir. Arte puede ser considerado el cocodrilo que viene en las playeras Lacoste, el logo de una lata de Coca-Cola, la clásica “M” de McDonald’s que podemos ver mientras vamos manejando al lado de la carretera o simplemente la caricatura del famosísimo Mickey Mouse. Si le gusta a la masa es arte, si vende es arte, de lo contrario sólo es un cero a la izquierda y no tiene importancia alguna.

Hablando de la música, existen distintos géneros musicales: el Pop, el Rock, el Rap, el Hip-Hop, las rancheras y un sinfín de estilos. Podría seguir mencionando los géneros pero no tiene importancia, lo que importa es que tanto se vende, no importa si perdura en la historia o si tiene influencia en la conciencia de la sociedad. La música clásica ya es escuchada por muy poca gente, es mucho mejor oir a Robbie Williams o a Intocable, ¿pero qué es lo que transmite esta música? No importa, a las masas les gusta y se puede vender, que importa que la sociedad se esté desmoronando. Pero bueno, existe arte que trata de expresar algo, tiene dos opciones, o es irrelevante o entra en el juego de la comercialización y el consumismo con lo que al final terminará por no decir nada.

Hoy en día la gente prefiere leer lo que sea más fácil de leer y entender. La Ilíada, la Divina Comedia o el Lobo Estepario, que flojera, Para que leer libros tan largos y aburridos, ¡por favor! hay cosas más importantes que hacer, mejor porque no enterarse de lo que pasa en el mundo, con una TV y Novelas o simplemente prender la televisión para ver una telenovela o una película de Julia Roberts. Al igual que con la música el TV y Novelas es más vendido que la Divina Comedia, y es un arte de nuevo por el simple hecho de que vende y que las masas lo disfrutan.

¿Podemos decir que la Mona Lisa o el techo de la Capilla Sixtina son obras de arte? ¡Claro que sí! A las masas les encanta ir a ver a la Mona Lisa a Paris o a Roma para conocer la Capilla Sixtina, ¿Y quienes pintaron estas maravillas? Pues es obvia la respuesta, Leonardo y Miguel Ángel, ¿Y quiénes son éstos? Pues pintores famosos, importantes o ¿son las tortugas ninjas? , ¿Y que quisieron expresar con sus obras? Acaso importa. No es cierto que la Mona Lisa y que la Creación en la Capilla Sixtina están padrísimas, y ahora porqué no vender replicas de la Mona Lisa o rompecabezas de la Creación. De nuevo, lo importante es vender y divertir a la masa. Viajar a Paris o Roma, vender, que buena idea, conocer Europa y de paso me enriquecerse con el fabuloso arte. ¿y que significa esto para la masa? Nada, pero si a los demás les gusta es porque es importante.

El arte de la masa no es el ideal que yo tengo sobre el arte. Por desgracia es el que domina al mundo. Ya no importa nada más que vender y consumir, y divertir a la masa. Si no cumple con estos estándares no es arte. Puede que una obra sea arte desde la visión del arte histórico y también del arte de las masas, pero la interpretación es la que cambia, la interpretación del primero puede ser una crítica y la interpretación del segundo sólo un pretexto para vender. En fin, concluiré diciendo que la vida tiene sabor, toma Coca-Cola.

Jihad VS “the promise land”

Por Joel Cruz Cotero

“[…] el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera.”

Amos Oz

Desde la creación de Israel en 1948 hasta la actualidad, los palestinos y los israelitas han tenido muchas tensiones por la lucha de un pequeño territorio ubicado el Mediterráneo. Durante los últimos 60 años del conflicto se han desarrollado guerras como la primera árabe-israelí en 1948, la de Suez en 1956, la de los seis días en 1967 y la del Yom Kippur en 1973. Y a pesar de algunos intentos de negociación de paz, con ayuda de la comunidad internacional, como la conferencia de Madrid en 1991, el tratado de Oslo en 1993, el acuerdo de autogobierno de Gaza-Jericó y el tratado de Oslo II en 1995, no ha podido terminar la lucha en el Medio Oriente. Razón por la cual se presenta la tesis de este ensayo: “el conflicto árabe-israelí no podrá terminar porque ni unos ni otros han sabido convivir y compartir un territorio en común”.

Según el politólogo estadounidense, Samuel P. Huntington, la gente se identifica con grupos culturales (grupos étnicos, comunidades religiosos y otros) y la política se usa no sólo para alcanzar sus intereses, sino para definir su identidad. Existen civilizaciones que son agrupaciones de gente con identidades culturales comunes y hay un choque entre ellas[1], hoy en día, los principales conflictos más que ideológicos son culturales[2]. En el caso del Medio Oriente se observan claramente las diferencias culturales que existen entre israelitas y palestinos. Por principio de cuentas los palestinos pertenecen a la religión islámica y los israelitas pertenecen a la religión judía, ambas excluyentes y con dioses distintos. Además, el problema no sólo es ocasionado por contrastes culturales, hay países donde conviven en paz más de dos religiones o grupos étnicos como es el caso de Canadá en donde conviven católicos, anglicanos y otras religiones y gente de descendencia étnica británica, francesa y americana, más bien es ocasionado por el fundamentalismo entre palestinos e israelitas

El fundamentalismo se distingue por la no tolerancia, la inexistencia de la pluralidad y por la destrucción de todo lo que es “malo” o “distinto” para el fundamentalista. En el Oriente Próximo, el fundamentalismo no proviene solamente de los musulmanes, sino también de los judíos, tal como se puede apreciar en los siguientes fragmentos:

“Al menos 20 palestinos y un soldado israelí murieron ayer en nuevas incursiones de Ejército israelí en la Franja de Gaza, que se han intensificado en las últimas horas, con el ingreso de decenas de tanques de las fuerzas hebreas en el norte del territorio palestino.”[3]

“Un palestino suicida hizo estallar ayer una bomba en un puesto de control del Ejército israelí, mientras helicópteros del Estado judío lanzaron dos ataques con misiles, en una nueva jornada sangrienta que desde hace diez meses azota a los territorios árabes.”[4]

Los fundamentalistas islámicos han luchado en el nombre del Islam, tienen su jihad o “guerra santa”. Según el principal profeta del Islam, Mahoma, el jihad es el esfuerzo del musulmán por ser un buen ser humano, de pelear para mejorar a sí mismo, beneficiando de esta manera a la comunidad y además es una prueba de la obediencia musulmana a Dios. De esta filosofía existen cuatro interpretaciones: la primera, es aquella en la que el musulmán debe tener una buena vida; en la segunda el musulmán debe trabajar duro y dar el ejemplo para lograr la expansión del islamismo; la tercera es apoyar a los musulmanes oprimidos (musulmanes en Palestina, Kosovo y Cachemira), y la cuarta es combatir para instaurar gobiernos musulmanes y destruir a Occidente (ésta es la interpretación de Osama Bin Laden).

Los palestinos fundamentalistas se basan primordialmente en la tercera y la cuarta interpretaciones del jihad. El movimiento de resistencia Hamas (principal grupo fundamentalista palestino) creado en 1987 por estar en contra de la ocupación por parte de Israel de la franja de Gaza y Cisjordania (territorios con una población palestina). A diferencia de la Organización de Liberación Palestina (OLP)[5], Hamas buscaba la desaparición del estado de Israel en lugar de buscar la creación de un estado secular, con los mismos derechos para todos los ciudadanos: musulmanes y cristianos[6], otra diferencia que existe entre estos dos grupos es que la OLP esta en contra del sionismo[7] y Hamas no sólo esta en contra del sionismo sino del judaísmo en sí. Yasser Arafat[8] (líder histórico de la OLP), al no obtener resultados favorables para los palestinos, fue perdiendo seguidores y éstos se fueron adhiriéndose a Hamas. El movimiento se convirtió en la principal alternativa al nacionalismo secular de la OLP. Desde el principio, Hamas fue conducido a una lucha de acción política, al bienestar social y resistencia militar (incluidos actos terroristas y actos de violencia).

Hamas combina el mensaje religioso con una reforma social, mezcla lo político con lo religioso. Llama a los musulmanes a ser mejores y a luchar en contra de la opresión. Argumenta que la hegemonía de Israel se debe a la pérdida de fe y al alejamiento del camino del Islam. Hamas pide a los musulmanes que dejen su cultura secular y regresen a su vida religiosa para poder recrear una adecuada sociedad islámica y para que de esta manera la sociedad musulmana pueda volver a ser fuerte y se lleve a cabo un exitoso jihad para liberar a Palestina del control de Israel. Desde la perspectiva de Hamas la ocupación de Israel es un castigo de Dios. El líder de Hamas Mahmoud Zahar alguna vez dijo:”Ellos [los judíos] hicieron su religión su nación y estado […] Ellos le han declarado la guerra al Islam”[9]

Ahora bien, como ya se mencionó, el fundamentalismo no sólo proviene por parte de los musulmanes, sino también por parte de los judíos de Israel. Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial la creación de un estado judío fue necesaria para los sionistas y este movimiento se empezó a expandir por toda la comunidad judía a lo largo del mundo, después de la guerra, el movimiento sionista creció más que nunca, el sufrimiento de los judíos durante el conflicto bélico causaría la creación del estado de Israel.

El movimiento sionista tiene una base histórica y religiosa, a pesar de que Israel es un estado secular, las bases de la creación de Israel se basan en los mitos religiosos que existen en el pueblo judío de regresar a la “tierra prometida”. Según la mitología sionista por medio de los profetas Dios les asignó a los judíos la tierra de Canaán (después llamada Palestina) como la “tierra prometida”. “Yavé se apareció a Abram [patriarca judío] y le dijo: ‹‹Esta tierra se la daré a tu descendencia››”[10]. Después se dieron dos diásporas[11], la primera fue en el año 587 A.C. y la segunda fue durante el Imperio Romano. Después de estos acontecimientos se escribió el Mishna[12] basado en la premisa de que algún día los judíos regresarían a su hogar, a la tierra prometida, a la tierra de Israel. De esta creencia nació el sionismo. Los judíos de Israel basándose en está creencia, consideran que al ser ellos el pueblo elegido por Dios para poseer la tierra de Canaán y al mismo tiempo (según los judíos aunque no los palestinos) ser los primeros en habitar el lugar, son ellos los únicos que tienen el derecho de vivir y gobernar la “tierra prometida”.

Cuando Israel obtuvo independencia, los territorios con población palestina estaban bajo “control árabe”: Franja de Gaza pertenecía a Egipto y Cisjordania a Jordania. En 1973 Israel adoptó una nueva política debido a los ataques inesperados realizados por Egipto y Siria. Esta nueva política haría que Israel considerará que para tener paz fuera necesaria la guerra, además a partir de este momento empezó la expansión del territorio israelita quitándole los territorios palestinos a Egipto y Jordania, utilizando su ventaja militar sobre los países árabes y así fortaleciendo su poder político en la región. Desde entonces los palestinos han estado bajo el dominio de los israelitas. Israel debía controlar la situación en el Medio Oriente.

En la tierra de nadie y al mismo tiempo la tierra de todos, el conflicto entre los palestinos musulmanes y los judíos de Israel parece no tener fin. Existe una lucha entre religiones, nacionalismos e ideologías. Los fundamentalistas musulmanes luchan contra los fundamentalistas judíos. Los intentos de paz, las negociaciones y acuerdos servirán de poco mientras los palestinos radicales sigan buscando la destrucción de Israel y mientras los judíos radicales crean que el territorio sólo les pertenece a ellos y que son los únicos con el derecho de gobernarlo.

Bibliografía:

Agencia. “La crisis en Franja de Gaza se agrava: hay 21 muertos” El Universal, julio 7, 2006, http://www.eluniversal.com.mx/internacional/50825.html (acceso mayo 16, 2007).

Agencia. “Otro ataque suicida palestino” El Universal, agosto 9, 2001, http://www2.eluniversainl.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=17294&tabla=internacional (acceso mayo 16, 2007).

Esposito, John L. Unholy war: Terror in the name of Islam. Estados Unidos: Oxford, 2002.

Halliday, Fred. The Middle East in International Relations. Estados Unidos: Cambridge, 2005.

Huntington, Samuel. El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. México: Paidos, 1998.

Johnson, Paul. La historia de los judíos. Barcelona: Vergara, 2003.

Kimmerling, Baruch. The invention and decline of israeliness: state, society and the military.

Oz, Amos. Contra el fanatismo. España: Siruela, 2003.

Rashid, Ahmed. Jihad: the rise of militant Islam in Central Asia. Estados Unidos: Yale, 2002.



[1] Algunas civilizaciones tienen más conflictos entre sí por sus diferencias culturales.

[2] Una persona puede tener dos nacionalidades (ser español y mexicano al mismo tiempo) pero es más difícil tener dos religiones, sobre todo monoteístas (ser católico y musulmán al mismo tiempo).

[3] Anónimo, “La crisis en Franja de Gaza se agrava: hay 21 muertos” El Universal, julio 7, 2006, http://www.eluniversal.com.mx/internacional/50825.html (acceso mayo 16, 2007)

[4] Anónimo, “Otro ataque suicida palestino” El Universal, agosto 9, 2001, http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=17294&tabla=internacional (acceso mayo 16, 2007)

[5] Aunque la OLP era en un principio un grupo fundamentalista al igual que Hamas, con el paso del tiempo se fue haciendo pacifista y de está forma fue buscando negociaciones con los israelitas para la creación del estado palestino. Ya en los años ochenta, década de la creación de Hamas, la OLP era una organización más grande y había tenido una labor mucho más amplia que Hamas. Sin embargo algunos árabes piensan que la OLP es muy blanda y a veces es considerada traidora a la causa al no luchar por el jihad (que ellos consideran) y por esa razón apoyan a Hamas que es un movimiento muy radical.

[6] Los cristianos palestinos son una población minoritaria

[7] El sionismo es un movimiento europeo judío que buscaba la creación del estado de Israel sin tomar en cuenta a los palestinos a quienes se les quitaría su territorio para la instauración de Israel.

[8] Fue el líder moral de la OLP y el más importante hasta ahora, murió el 11 de noviembre de 2004

[9] John Esposito, Unholy war: Terror in the name of Islam (Estados Unidos: Oxford, 2002), 97.

[10] Gen 12, 7

[11] La diáspora es un término que se utiliza cuando un grupo étnico es desterrado de su tierra y tiene que ir a otro lugar. Han existido diásporas judías, palestinas, etc.

[12] Código religioso de la ley judía que se propago por el mundo greco-romano

Reformas al Presidencialismo mexicano

Joel Cruz Cotero

“Si hay que cambiar las reglas, cambiemos las reglas, hagámoslo para adecuarlas a los nuevos tiempos que vivimos”.

Felipe Calderón Hinojosa

Desde hace ya varias décadas ha existido México el debate de qué sistema político conviene más para hacer que el país un desarrollo óptimo y una democracia más sólida. Las dos tendencias principales son: el presidencialismo, en el que el Poder Ejecutivo y Legislativo son independientes, y el parlamentarismo, en el que el Poder Ejecutivo depende del Legislativo. Mismas que para el presente estudio, el autor considera que la más adecuada para México es el presidencialismo. El parlamentarismo a pesar de su gran éxito en las naciones europeas, no podría funcionar, debido a que el presidencialismo ha dominado en casi todo el continente Americano por más de dos siglos, incluyendo a México, y sería muy difícil hacer un cambio radical al intentar parlamentarizar a cualquiera de los Estados. Es difícil cambiar la cultura que se ha desarrollado a lo largo de la historia mexicana. Sin embargo, no se puede afirmar que el sistema presidencialista mexicano es perfecto. México indudablemente no podría soportar un parlamentarismo, mas es necesario modificar el presidencialismo.

El presidencialismo tiene tres características principales. La primera es la elección de un Presidente, de manera popular y directa. La segunda es que el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo se encuentran separados, ambos son legítimos al provenir de la decisión de la mayoría. Y la tercera es que tanto el Presidente como el Congreso tienen periodos fijos. De acuerdo con estas características se podrán analizar las desventajas del sistema presidencialista mexicano.

La elección popular y directa

En México el cargo de Presidente sólo lo puede ocupar una persona, por lo tanto la elección presidencial tiene una gran importancia. El candidato ganador es el que se lleva todo y por lo tanto tendrá el control absoluto del Ejecutivo por el periodo establecido de seis años. “En una elección presidencial, sea cual sea la pluralidad alcanzada, el candidato victorioso gana todo el ejecutivo, mientras que un líder que aspire a ser primer ministro cuyo partido gane menos de un 51 por ciento de los escaños no puede formar un gobierno que no sea de coalición, mientras que un Presidente con el mismo voto sí puede”[1].

Debido a que el premio del juego es muy grande y sólo existe un ganador, en las elecciones presidenciales se arriesga todo y se pelea agresivamente para obtener el cargo. El `perdedor no se lleva nada y aunque esto es legal en realidad no es del todo justo. En las elecciones de 2006, la contienda estuvo muy cerrada. El candidato conservador, Felipe Calderón Hinojosa, obtuvo 35.88% de los votos; mientras que el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 35.31%[2]. La diferencia fue de 0.57% del electorado que representa a menos de 250 mil electores de los casi 42 millones. A pesar de la cercanía de los resultados Calderón consiguió el cargo y por lo tanto es quien tendrá que representar a todos los mexicanos y no sólo a los que votaron por él.

Existen dos propuestas para solucionar los conflictos presentados en el párrafo anterior, que al aplicarlas, podrían mejorar sin duda el presidencialismo. La primera es establecer una segunda vuelta al proceso electoral. Esto con el objetivo de evitar elecciones tan cerradas como las que se llevaron a cabo en 2006. “México es uno de los poquísimos países en América Latina en que todavía se usa la regla de la mayoría relativa simple para la elección del Presidente de la República. (…) La regla de la mayoría relativa simple produce con notable frecuencia ganadores que cuentan con un apoyo social minoritario y que son vulnerables a la formación de una mayoría política de oposición, lo cual puede dificultar la gobernación y suscitar conflictos políticos y sociales”[3].

La otra propuesta es buscar la manera de controlar el gabinete presidencial, y aunque éste no tendría que ser elegido por el Congreso, si podría ser aprobado por éste. Por supuesto, la oposición no obtendría más control sobre el gabinete pero al menos se le permitiría participar más en la administración del gobernante. Si existe presión sobre la designación del gabinete, el Presidente podría negociar la aprobación del gabinete que desea posiblemente a cambio de la participación de algún miembro de la oposición en su equipo.

El Poder Ejecutivo vs. el Poder Legislativo

Para que el Presidente pueda trabajar adecuadamente, es indispensable contar con la aprobación de la mayoría de los Legisladores. Existen varias formulas con las que el Congreso y el Presidente podrían trabajar, como es el caso de la mayoría absoluta en el Congreso del partido político del Presidente –generalmente esto se da en los bipartidismos– o una coalición de partidos políticos con ideas similares dentro de un multipartidismo. Es una lastima que en México no se pueda dar ninguna de las situaciones mencionadas arriba.

Aunque la solución ideal sería llegar a un bipartidismo o a un multipartidismo de cuatro o más partidos fuertes, pero esto no es posible. El bipartidismo debido a la falta de desarrollo en México es muy peligroso debido a la enorme desigualdad que hay, no es posible concentrar los intereses en tan sólo dos partidos políticos. Seguramente uno sería el Partido de los Pobres y el otro el Partido de los Ricos. Con lo que sólo beneficiaria al grupo representado por el gobierno. En cuanto al multipartidismo, lo más seguro es que tampoco funcionaría debido a los grupos sociales que ya están acostumbrados a los partidos políticos actuales. Además existen líderes que obtienen grandes beneficios de los partidos que no les conviene la creación nuevos partidos sólidos –líderes de los sindicatos, empresarios e incluso algunos políticos–.

Desde 1997 en la Cámara de Diputados dejo de existir una mayoría absoluta de un partido político y desde las últimas elecciones para Senadores en julio de 2006 paso lo mismo en la Cámara Alta. Como consecuencia existen tres partidos políticos fuertes en el Congreso de la Unión y éstos responden a sus intereses y en lugar de buscar la cooperación, buscan desprestigiar a lo demás. Se necesitan incentivos para que pueda existir cooperación entre en Congreso y el Presidente. Para esto todavía no existe una solución clara. Podría ser la negociación de miembros del gabinete a cambio de pasar alguna reforma o tal vez podría ser pasar una reforma propuesta por cada partido político.

Los periodos fijos del Presidente y del Congreso.

En México, tanto el Presidente como los Legisladores son electos por un periodo fijo. El presidencial y el de la Cámara de Senadores es de seis años mientras que el de la Cámara de Diputados es de tres. “Los Presidentes son elegidos por un periodo de tiempo que, bajo circunstancias normales, no se puede modificar: no puede acortarse y, debido a disposiciones que impiden la reelección, algunas veces no puede prolongarse”[4]. Si existe un Presidente muy malo, éste no puede ser removido y si al contrario existiese un jefe del ejecutivo muy bueno, al terminar su periodo se tiene que retirar.

Una propuesta para darle solución al problema de la reducción del periodo de gobierno a los malos gobernantes y el aumento del tiempo en el cargo presidencial a los gobernantes eficientes se basa principalmente en dos reformas necesarias: la primera, es al periodo presidencial y se refiere a la reducción de éste, de seis a tres o cuatro años; la segunda es a las elecciones presidenciales y consta en establecer una reelección continua.

La primera reforma servirá para que los gobernantes ineficientes no estén tanto tiempo en el poder. El mejor ejemplo es el del ex Presidente Vicente Fox, aunque mucha gente apoyo su gobierno en realidad mantuvo al país estancado, ni retrocedía, ni avanzaba. En realidad desde la mitad de su sexenio ya era necesario un cambio, sin embargo, los mexicanos tuvieron que esperar hasta que se cumplieran los seis años de su mandato. Ahora, la reelección sirve en el caso contrario, si la máxima autoridad es considerada como buen gobernante, entonces, ¿Por qué no puede ser electo una vez más? Y aunque no sería lo mismo que en el parlamentarismo en el que se puede poner o quitar al jefe del ejecutivo de acuerdo con su trabajo (bueno o malo), definitivamente hace más eficiente la actividad política. De la misma manera, el Congreso también deberá de reducir su tiempo en el poder, y obviamente se le debería permitir tener reelección continua.

Conclusiones

Debido a la cultura e historia de México sería contraproducente implantar un parlamentarismo como sistema político, por eso lo mejor es continuar con el presidencialismo. Sin embargo, el presidencialismo mexicano necesita ciertas modificaciones para hacerlo más eficiente. En primer lugar, para evitar problemas referentes a la elección directa y popular sería bueno instaurar la segunda vuelta y buscar hacer que el gabinete presidencial sea aprobado por el Congreso. En segundo lugar, para tratar de impedir conflictos entre el Congreso y el Presidente, es necesario buscar algunos incentivos, como la negociación del gabinete, para lograr reformas necesarias para el país. Y en tercer lugar para hacer menos rígido el periodo presidencial se podría reducir el periodo presidencial para quitar antes a los malos gobernantes y para que los mandatarios eficaces puedan ocupar por más tiempo el cargo convendría establecer una reelección continua. Los problemas que existe en el sistema político mexicano son muchísimos y no se puede analizar todo en un trabajo, pero si sería propio ver los cambios más urgentes. El país realmente requiere de éstos.



[1] Juan J. Linz, “Democracia presidencial o parlamentaria. ¿Qué diferencia implica?” en La crisis del presidencialismo (España: Alianza Editorial, 1997), 46.

[2] Fuente: www.ife.org.mx

[3] Joseph M. Colomer. “Reflexiones sobre la reforma política en México”. CIDE (México, 2001), 6

[4] Juan J. Linz, op. cit., p. 37


Bibliografía:

Colomer, Joseph M. Reflexiones sobre la reforma política en México. México: CIDE, 2001.

Linz, Juan J. La crisis del presidencialismo. España: Alianza Editorial, 1997.