sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Por qué existe el conflicto entre India y Paquistán?

Joel Cruz Cotero

CIDE

God is once again in the public sphere. Politics has become a religious obligation. For a new breed of religious nationalist the nation-state is a vehicle of the divine.

Roger Friedland

India y Paquistán han sido dos estados que han vivido en conflicto desde su independencia y partición de la India británica en 1947. Todo empezó por una disputa religiosa y territorial (ambos deseaban el control de Cachemira) lo que llevó a los dos estados a enfrentarse varias veces: “Los dos países han librado tres guerras (en 1947-1948, 1965 y 1999) por esa cuestión [por Cachemira] y otras relacionadas, y en dos ocasiones estuvieron a punto de recurrir a las armas nucleares.”[1]

Hoy en día, a más de 60 años, el conflicto no ha podido terminar, y en vez de eso el nacionalismo en estos dos países ha crecido. Ni con la ayuda de la comunidad internacional se ha podido llegar a la paz: “La intensa preocupación internacional ha impulsado esfuerzos multilaterales por negociar una conclusión formal de la disputa. Sin embargo, ni la guerra ni la negociación han acercado a una solución, y no ha habido cambio desde que ambas naciones intercambiaron disparos por primera vez (…).”[2]

El propósito de este ensayo es explicar, con ayuda de teorías de las Relaciones Internacionales, porqué India y Paquistán viven en conflicto. El trabajo se divide de la siguiente forma: la primera parte muestra los antecedentes del conflicto entre estas dos naciones; el segundo apartado es para explicar el conflicto entre ambas naciones, una vez que la India británica adquirió su independencia y fue divida en India y Paquistán; la tercera parte se contextualiza sobre el nacionalismo de India y Paquistán; en la cuarta parte se utilizarán teorías internacionales para explicar el conflicto; finalmente, se llegará a una conclusión.

Antecedentes

Durante el colonialismo los países avanzados dominaban a los atrasados El historiado Eric Hobsbawm dice: “(…) [F]ue el periodo de la historia moderna en que hubo mayor número de gobernantes que se autotitulaban oficialmente «emperadores» (…).”[3] Reino Unido reclamaba este título al dominar el territorio de la India. En 1900 Europa era el continente que dominaba al mundo: “La mayoría de las potencias occidentales estaban implicadas en acciones imperiales y pocas regiones del mundo habían escapado a su hegemonía.”[4] Reino Unido, junto con Francia, era la potencia mundial, y la India era su joya.[5]

Medio siglo después esa dominación europea había desaparecido. Reino Unido se encontraba devastado: “Si los aliados había ido a la guerra para defender la civilización, parecía que Gran Bretaña (…) [había] sacrificado [su imperio] por la causa.”[6] En 1947, Reino Unido le otorgó la independencia a India con lo que iniciaría el periodo de descolonización.[7] Reino Unido dividió a su antigua colonia en dos: India y Paquistán. Esto causaría muchos problemas en el futuro por las delimitaciones territoriales y por la ideología religiosa y nacionalista.

Conflicto entre India y Paquistán

El conflicto entre India y Paquistán apareció en 1947. El gobierno británico había anunciado que la independencia de India debía de estar consumada a más tardar en agosto de 1947. Como se iban a crear dos estados independientes, India y Paquistán, cada gobernante local de los distintos principados que integraban la antigua colonia británica, debía elegir a que estado pertenecería. El motivo fundamental de divisionismo entre India y Paquistán era la religión: India era principalmente hindú y Paquistán musulmán. El 15 de agosto de este año, casi todos los principados ya formaban parte de uno de los dos territorios, con la excepción de tres: Hyderabad, Junagadh y Cachemira.[8]

Los habitantes de Hyderabad y Junagadh en su mayoría eran hindúes, pero tenían un gobierno musulmán. Estos dos principados fueron obligados a entrar a la Unión India. El conflicto realmente empezó en Cachemira. La población de esta región era principalmente musulmana[9] y tenían un gobierno hindú. C. Dasgupta refiere en su libro War and Diplomacy in Kashmir que Sir Owen Dixon dijo: "El estado de Jammu y Cachemira (…) no es en realidad una unidad geográfica, demográfica o económica. Es una aglomeración de territorios controlados por un sólo maharajá [gobernante hindú].”[10] Cachemira era un principado reclamado por India y Paquistán por razones geo-estratégicas e ideológicas.[11] El 15 de agosto de 1947 Cachemira se hizo, al igual que India y Paquistán, un estado independiente.

A finales de agosto (del mismo año) se formó un grupo rebelde de cachemiros que estaban en contra del gobierno opresivo del maharajá, Hari Singh. Este grupo tenía contacto con tribus paquistaníes. En septiembre y octubre empezaron a invadir Cachemira, por lo que el maharajá tuvo que pedir ayuda al gobierno indio. La respuesta de India fue favorable, pero el primer ministro indio, Nehru, sólo ayudaría militarmente si Cachemira entraba legalmente a India, razón por la cual no tuvo otra opción más que adherirse a la Unión India.[12]

En la primavera de 1948, el ejército paquistaní entro en Cachemira, así empieza el primer conflicto entre India y Paquistán.[13] A diferencia de muchas guerras que se habían dado antes, esta guerra fue entre dos países del tercer mundo.[14] En diciembre de 1948, India pidió la intervención del consejo de seguridad de las Organización de las Naciones Unidas (onu), y en enero de 1949 este conflicto terminó, con la mediación de la onu. Tanto la India como Paquistán aceptaron a los observadores de la onu. Paquistán después de esta guerra se quedó con una tercera parte de Cachemira e India con el resto.[15]

La segunda guerra entre India y Paquistán se suscitó en 1965. En 1958, después del golpe de estado militar en Paquistán, el nuevo presidente del estado, el general Mohammed Ayub Khan, decidió reanudar la política militar paquistaní. También es importante mencionar que Paquistán vio vulnerable a India después de la guerra Sino-India en 1962. Paquistán, antes de tener otro conflicto armado, probó militarmente a India en la frontera en donde las relaciones estaban sensibles, en 1965. India, para evitar otra guerra, reclamó ante la Corte Internacional de Justicia las agresiones de Paquistán.[16]

Ayub vio esta acción como una debilidad del gobierno indio Paquistán, entonces, cruzó la Línea de Cese de Fuego (cfl[17]) a principios de septiembre. India después de responder defensivamente, decidió atacar ofensivamente. La onu y la comunidad internacional vieron con gran preocupación este nuevo problema en Asia y decidieron actuar rápidamente para que se diera el cese al fuego. Los acuerdos de paz fueron firmados en enero de 1966, India y Paquistán desplegaron sus ejércitos fuera del cfl y las fronteras quedaron como se encontraban antes de la guerra.[18]

La tercera guerra entre estos dos países fue 1971 y esta vez no sería por el control de Cachemira. La milicia paquistaní, intentaba detener a los separatistas bengalís de Paquistán del Este.[19] Los bengalís veían que el gobierno paquistaní no era justo y la mayor parte de los beneficios iba para Paquistán Occidental, incluso cuando había menos población. Feroz Ahmed dice:

El patrón del desarrollo económico perseguido por el controlador del gobierno central, Paquistán Occidental, era tal que incluso los intercambios exteros obtenidos por las exportaciones de los bienes orientales o la mayor parte de los préstamos extranjeros eran utilizados para el desarrollo de Paquistán Occidental. El establecimiento de un gran ejército, que consumía el 60% del presupuesto del país, no sólo era utilizado para defender la parte occidental, sino que los reclutados eran casi todos de esa región; menos del 10% de los trabajos militares eran para los orientales quienes comprendían el 55% de la población del país.[20]

Los problemas entre Paquistán del Este y Paquistán Occidental no le convenían a India. Indira Gandhi, primera ministro de India, calculó que era más barato apoyar la independencia de Paquistán del Este que tener que lidiar con refugiados. Finalmente Paquistán del Este adquirió su independencia, convirtiéndose así en Bangladesh. Esta guerra fue una victoria diplomática para India.[21]

Desde que terminó esta guerra no ha existido nuevamente una guerra de esta magnitud. Sin embargo, todavía no hay paz en esta región asiática. Han existido algunos choques y se vive en un ambiente de tensión, especialmente en Cachemira.[22] Se calcula que una nueva guerra sería muy costosa: “Una pequeña guerra convencional entre India y Paquistán tendría un costo aproximado de $2.5 billones de dólares, doce veces más que el costo de la última guerra Indo- Paquistaní en 1971.”[23]

En 1998 India y Paquistán hicieron pruebas nucleares con lo que el problema se tenso aún más. En 1999, surgió una nueva crisis, ahora con el peligro del armamento nuclear. Los dos países tuvieron un fuerte combate en Cachemira por once semanas. En 2002 ambos países tocaron nuevamente el abismo, después de que algunos terroristas bombardearan el parlamento indio. George Tener, director de la cia dijo: “La posibilidad de guerra entre estos dos estados con armas nucleares es más alta que algún otro punto desde 1971[.]”[24] Es por eso que un conflicto, dado que tienen armas nucleares, entre India y Paquistán puede poner en peligro a toda la comunidad internacional.

Nacionalismo y Religión en India y Paquistán

El nacionalismo es un fenómeno muy complicado de entender en el mundo contemporáneo. En el nivel más simple, el nacionalismo es el sentimiento de pertenencia de un individuo a un grupo con el que comparte ciertas características como: un lenguaje, una historia, costumbres, tradiciones culturales y a veces hasta religión. Cuando este sentimiento individual de nacionalismo evoluciona a un grupo de identidad nacional, el nacionalismo se convierte en un asunto político.[25]

Un nacionalista necesariamente se tiene que identificar con una nación. El problema radica primero, en saber qué es una nación, después, quién forma esta nación y quién esta fuera. Según John K. Cox, se pueden distinguir dos tipos de nacionalismo: el nacionalismo político y el nacionalismo étnico.

El primero, fue el legado de la Independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa. Para este tipo de nacionalismo la ciudadanía es lo mismo que la nacionalidad. La nación es una población política, unida por sus ideas y hábitos.

El segundo es el nacionalismo étnico. Éste nacionalismo se basa principalmente en la asociación ancestral, no se necesita que se compartan fronteras, como en el caso nacionalismo político. Un nacionalismo étnico requiere de una cultura común, un estilo singular de vida y un vínculo genético. Dado que el nacionalismo étnico se enfoca más en los nexos genéticos, es mucho más exclusivo que el nacionalismo político.[26]

El nacionalismo tiene algunos efectos en las relaciones internacionales. Se supone que los estados son los que representan los intereses de los individuos, por lo tanto, son los estados los que representan a las naciones. Otro efecto del nacionalismo es que éste ha servido para la construcción de los estados y la creación de la identidad común y consciencia dentro de las sociedades. Otra consecuencia es que el nacionalismo ha creado una poderosa fuerza para dibujar y redibujar el mapa internacional. El último efecto es que ha sido una causa de muchos conflictos internacionales.[27]

Mary Kaldor, en su libro Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, menciona lo siguiente sobre las nuevas guerras: “Los objetivos políticos de las nuevas guerras están relacionados con la reivindicación del poder sobre la base de identidades aparentemente tradicionales: nación, tribu, religión.”[28] El nacionalismo y los problemas ideológicos y religiosos que existen en India y Paquistán han ocasionado que se desarrollen diversos conflictos étnicos entre estas dos naciones.

Un conflicto étnico es una disputa de asuntos políticos, económicos, sociales, culturales o territoriales entre dos o más comunidades étnicas. Algunos grupos se pueden definir en términos tribales o religiosos. Algunos conflictos étnicos, como el de India y Paquistán, pueden llegar al uso de la violencia.[29] A los indios y paquistaníes se les puede considerar como grupos étnicos principalmente por tres razones. La primera es que cada uno comparte una cultura común; la segunda es que tanto indios como paquistaníes se identifican como grupos separados, y la tercera es que ambos se sienten identificados con un territorio.[30]

En esta región es muy fácil que se de un conflicto étnico por las siguientes cuestiones: la primera es que los grupos étnicos se encuentran en territorios muy cercanos, India y Paquistán son vecinos; la segunda es que las autoridades internacionales, regionales o nacionales son débiles para detener los conflictos y poder proteger a los grupos primarios. En el caso de India y Paquistán, las riñas se dispararon cuando Reino Unido dejó su colonia, es decir, dejo de ser una autoridad para esta región; la tercera es que la estructura del estado es muy débil y el nacionalismo es un nacionalismo étnico en vez de ser un nacionalismo político, razón por la cual, este nacionalismo no depende de instituciones, sino de la cultura y finalmente, los grupos son los suficientemente grandes como para que puedan desarrollar un conflicto.[31]

En India y Paquistán existe un conflicto étnico, que a su vez es ocasionado por diversos nacionalismos: el nacionalismo religioso de Paquistán, el nacionalismo secular de India y el nacionalismo étnico de Cachemira. El nacionalismo, el etnicismo y la religión han provocado unas 2000 muertes.[32] Gracias a éstos, la región no ha podido tener paz desde 1947.

Nacionalismo religioso

Paquistán surgió con el argumento de que los hindúes y los musulmanes no sólo eran comunidades religiosas distintas, sino que también eran naciones separadas. Cachemira fue una paradoja para Paquistán tras obtener su independencia porque eran los gobernantes de los principados, y no la población, los que elegían a que estado-nación debían pertenecer (India o Paquistán) y a pesar de ser un territorio de mayoría musulmana, Cachemira no optó por entrar a Paquistán. Esta es la razón por la que Paquistán pelea a muerte la anexión de Cachemira a su territorio.[33]

Nacionalismo secular

India nunca aceptó la teoría de la separación en dos estados. Los hindúes y los musulmanes tenían religiones distintas, pero formaban una sola nación. Los musulmanes eran tan indios como los hindúes. Este nacionalismo secular no sólo tenía la oposición del nacionalismo musulmán, sino también de un nacionalismo hindú. Los segundos no protestaban con que los musulmanes vivieran en India, pero éstos debían demostrar lealtad a India y reconocer que ésta era primordialmente una civilización hindú. El nacionalismo hindú era fuerte, pero no tanto como el nacionalismo secular. Cuando los cachemiros decidieron unirse a India fue por el argumento del nacionalismo secular.[34]

Los nacionalistas hindúes no querían la unión de toda la India ya que los musulmanes no eran leales a ésta. Nehru consideraba que para que se pudiera mantener el secularismo en India y mantener alejado al nacionalismo hindú, era necesario conservar a Cachemira, aunque fuera por medio de la fuerza. Obviamente, los nacionalistas hindúes no estaban de acuerdo y en 1952 condujeron un movimiento popular en contra de la integración de Cachemira a India.[35]

Nacionalismo étnico

La compleja situación que existe en el sur asiático ha hecho que hoy en día la mayoría de los cachemiros quieran su independencia. Una razón era que los líderes cachemiros en un principio no eligieron unirse a Paquistán, aunque hubiera afinidades religiosas, y optaron por la India secular para que los gobernara. El problema es que el nacionalismo cachemiro teme al radicalismo del nacionalismo hindú, el cual empezó a fortalecerse en los años ochenta. Durante la división (India y Paquistán) fue necesaria la cooperación de los cachemiros y de los seculares en contra del nacionalismo hindú. Sin embargo, los cachemiros no estaban seguros de que los seculares pudieran siempre ser más fuertes que los nacionalistas hindúes.[36]

Las teorías de las Relaciones Internacionales y el Conflicto Indo-Paquistaní

Visto lo anterior, el conflicto que existe en esta región es un conflicto de nacionalismos. Las ideologías étnicas, religiosas y seculares han impedido que se pueda llegar a una solución. Por lo tanto el conflicto es un problema que existe debido a las identidades.

Constructivismo

El ex-presidente de Estados Unidos, William Clinton, sostuvo en 1998, refiriéndose al problema nuclear entre India y Paquistán que: “No puedo creer que estemos a punto de entrar al siglo XXI teniendo al subcontinente indio repitiendo los peores errores del siglo XX.”[37]

¿Pero de qué manera se podría explicar que India y Paquistán sean enemigos letales, incluso cuando es posible que sepan cuáles pueden ser las consecuencias? La respuesta es que es un conflicto de nacionalismos y que están dispuestos a obtener la victoria, incluso aunque sea irracional su comportamiento.

Debido a que el conflicto es irracional, no puede ser estudiado por las teorías realista y liberal, ya que estas suponen que los actores son racionales.[38] Las actitudes de India y Paquistán no son del todo racionales. Por ejemplo, que India tenga bajo su dominio a Cachemira le trae sólo conflicto, pero si la deja también ocasionaría una nueva guerra. Cuando hay guerras, todos los que participan pierden y nadie gana. También se destaca que la cooperación es casi nula ya que hay pocas similitudes, así que la negociación de la paz final es algo muy lejano.

El problema se puede explicar con el constructivismo. Este conflicto es un problema de intereses e identidades, como ya se ha dicho.[39] Los intereses que existen con respecto a Cachemira son distintos: en primer lugar, los paquistaníes quieren la anexión de Cachemira a Paquistán; en segundo lugar, los indios están divididos, los nacionalistas seculares quieren un territorio secular en el que no existen divisiones étnicas, ya que las religiones no crean grupos étnicos, los nacionalistas hindúes quieren que Cachemira no se adhiera a India; en tercer lugar, están los cachemiros, que antes coincidían con los indios seculares, pero hoy la mayoría busca la independencia tanto de India como de Paquistán.

Otra razón por la que es útil el constructivismo es porque éste se preocupa más por el proceso que por la estructura.[40] Si India y Paquistán se encuentran hoy en día en estado bélico es por los diversos conflictos que han tenido y no tanto por que sea un sistema internacional, en el que los estados se protegen unos contra otros. Es cierto que ambos países se protegen uno del otro con las armas nucleares, pero dado que están en juego diversos nacionalismos, en cualquier momento podría haber una guerra nuclear.

De acuerdo con Alexander Wendt, los estados y los individuos actúan sobre las cosas de acuerdo al significado que representen para ellos.[41] Cachemira, como se mencionó antes, represente algo distinto para los diversos grupos étnicos. India y Paquistán se encontraran en constante conflicto ya ambos querrán la anexión de Cachemira a su territorio. Por otro lado, los nacionalistas hindúes tendrán conflicto con los seculares al no querer que Cachemira pertenezca a India. Por último, los cachemiros estarán en conflicto con quién no les deje ser independientes.

La seguridad, según los constructivistas, depende de cómo se perciben los estados. La anarquía, entonces, es algo ambigua y depende de cómo se comporten los estados. Existen tres tipos de seguridad: el competitivo (la visión negativa realista), el individualista (los estados son indiferentes entre si) y el cooperativo (hay una identidad positiva). El tipo de seguridad dependerá de cuál sea el desarrollo de los actores[42] India y Paquistán se perciben mutuamente como enemigos, se encuentran en competencia, pero bien se podrían percibir como amigos y cooperar como Francia y Alemania. Sin embargo, el proceso de separación, de guerras y de choque de identidades ha hecho que sean tal como son hoy, enemigos. Esta visión de enemistad fue socialmente construida gracias a las interacciones entre los actores.[43]

Cualquier resultado se debe al proceso. El proceso de crear señales, interpretar y responder a las mismas completa un “acto social” y comienza con el proceso de creación intersubjetiva de significados. Y avanza de la misma manera: el primer acto social crea expectativas de los dos lados acerca del futuro comportamiento de cada actor. Las acciones anteriores reforzaran la idea que se tiene sobre los actores.[44] Desde que Cachemira se anexó a India empezaron a mandarse señales entre India y Paquistán. El primero en contestar a la señal que interpretó fue Paquistán con su entrada a Cachemira en 1948, India trató de contrarrestar a Paquistán. Después hubo paz, pero ya existía cierta idea de enemistad, que se reforzó con una nueva guerra en 1965 y más tarde con la guerra de 1971. Con las armas nucleares, es obvio que se incremento esta percepción negativa.

Aunque el constructivismo deja en incertidumbre cómo continuará el conflicto entre estas dos naciones. Ayuda a explicar la pregunta de este trabajo, que es: ¿cuál es la causa del conflicto entre India y Paquistán? Es mucho más útil que el liberalismo y el realismo, ya que estos no toman en cuanta muchos aspectos que el constructivismo si.

El choque de las civilizaciones

Después de la guerra fría las distinciones principales entre los pueblos no son ideológicas, ni políticas, ni económicas, son más bien culturales.[45] En el caso de India y Paquistán es algo cierto, el objetivo principal de su lucha no es económico, ni político, sino netamente cultural. Es un combate entre los nacionalistas religiosos y los nacionalistas seculares. La religión, en el caso de Paquistán es de suma importancia, por la que se define su estado.

La gente, según Huntington, se identifica con grupos culturales (tribus, grupos étnicos, comunidades religiosas, naciones y civilizaciones) y usa la política no sólo para obtener sus intereses, sino para definir su identidad.[46] Huntington considera que: ”Sabemos quiénes somos sólo cuando sabemos quiénes no somos, y con frecuencia sólo cuando sabemos contra quiénes estamos.”[47] India y Paquistán pertenecen a diferentes grupos culturales que se encuentran enemistados por lo que se encuentran en constante conflicto.

Los nuevos conflictos, los más importantes y más peligrosos, no serán entre clases sociales u otros grupos definidos por criterios económicos, sino los que afecten a los pueblos pertenecientes a las identidades culturales. Y en India y Paquistán se encuentra el claro ejemplo ya que ambos países son subdesarrollados. Aquí no se puede argumentar que el país poderoso y capitalista esta abusando del país pobre y desordenado. El conflicto, por lo tanto, no esta definido en términos económicos, sino culturales.

Lo que unificara o enemistara a los estados, será la cultura y no la ideología. Las Alemanias pudieron unirse a pesar de tener distinta ideología. En cambio en los Balcanes, a pesar de que las naciones tenían la misma ideología, las diferencias culturales hicieron que se separaran e incluso que se enemistaran.[48] En India y Paquistán ocurre algo psrecido, en un principio la ideología era similar: el deseo de autodeterminación, pero las diferencias religiosas hicieron que se enemistaran.

Desde siempre la gente se ha dividido entre si: mi mundo y tu mundo. Estas diferenciaciones pueden llevar a que se den conflictos.[49] En este caso la división es entre musulmanes y el resto o en el caso de los nacionalistas hindúes entre los indios y el resto. Esto lleva a que existan choques con los seculares y los cachemiros.

Según Huntington existen civilizaciones, que son las entidades culturales más amplias. “Aldeas, regiones, grupos étnicos, nacionalidades, grupos religiosos, todos tienen culturas distintas con diferentes grados de heterogeneidad cultural.”[50] Las identidades culturales entre Nueva Delhi y Calcuta pueden ser distintas, pero ambas se identifican con la identidad hindú. Los paquistaníes se identifican primero con la identidad paquistaní y se podrían identificar de una manera más fuerte con la identidad musulmana. Dado que ya no hay grados de identidad más altos, entonces las civilizaciones serían la civilización hindú y la civilización musulmana. Entonces, India pertenece a la civilización hindú y Paquistán a la musulmana. Estas dos civilizaciones se encuentran, por choques de identidad, en constante conflicto.

La teoría del choque de las civilizaciones explica, al igual que el constructivismo, porqué India y Paquistán se encuentran en conflicto. La razón principal es que tienen distintas identidades culturales y estas al interactuar ocasionan que se presente un estado de discordia. Es útil esta teoría aunque es algo ambiguo quiénes son los integrantes de las civilizaciones. Es sólo un supuesto que India pertenece a la civilización hindú y que Paquistán a la civilización musulmana.

Conclusión

El conflicto que inició en 1947 entre India y Paquistán es un conflicto nacionalista, étnico y religioso entre los habitantes de India y Paquistán, y el choque cultural se ha dado principalmente en Cachemira. Existe dos teorías de las Relaciones Internacionales que pueden explicar porqué existe este conflicto: la teoría del constructivismo y la teoría del choque de las civilizaciones.

El constructivismo ve el conflicto como un problema de identidades. India y Paquistán se ven como enemigos por la evolución de los sucesos que han tenido. Tienen algunos comportamientos irracionales por lo que el realismo y liberalismo no se pueden encargar de estudiar. Son importantes los intereses de los actores que se tiene sobre Cachemira para que se pueda entender el problema. El proceso es fundamental para saber el porque del conflicto, ya que es el que definirá la situación. India y Paquistán se mandaron señales que los llevo hasta el día de hoy a encontrarse enemistados.

Lo interesante del choque de las civilizaciones es que en el conflicto entre India y Paquistán lo que más ha influido son las identidades culturales. Estas al interactuar y chocar provocan que ambas naciones se encuentren enemistades. Aunque Huntington habla de civilizaciones, éstas son algo ambiguas y lo interesante de su teoría es que existen identidades culturales.


[1] Sumit Ganguly, “¿Detendrá Cachemira el ascenso de India?”, Foreign Affairs en Español, vol. VII, no. 1 (enero-marzo, 2007): 99.
[2] Íbid., 99.
[3] Eric Hobsbawm, “La era del Imperio” en La era del Imperio (España: Crítica, 2003), 65.
[4] Rajnarayan Chandavarkar, “El imperialismo y los imperios europeos” en (Julian Jackson comp.) Europa 1900-1945 (España: Crítica, 2003), 158.
[5] Íbid., 158.
[6] Íbid., 159.
[7] Íbid., 159.
[8] Rajat Ganguly, “India, Pakistan and the Kashmir Dispute”, http://www.victoria.ac.nz/asianstudies/publications/other/India%20Pakistan%20and%20the%20Kashmir%20Dispute (acceso mayo 1, 2008)
[9] 77% musulmanes, 20% hindúes, 1.5% Sikhs y 1% budistas.
[10] C. Dasgupta, “Crisis in Kashmir” en War and Diplomacy in Kashmir, 1947-1948 (Nueva Delhi: SAGE, 2002), 35. “The State of Jammu and Kashmir (…) is not really a unit geographically, demographically or economically. It is an agglomeration of territories brought under the political power of the maharaja.” (traducción propia)
[11] Ganguly, “India”.
[12] Íbid.
[13] Íbid.
[14] Dasgupta, “Introduction” en War and Diplomacy, 9.
[15] Robert G. Wirsing, “Entitlement Issues” en India, Pakistan, and the Kashmir Dispute. On regional conflict and its resolution (Estados Unidos: St. Martin’s Press, 1998), 56-8.
[16] Ganguly, “India”.
[17] Cross Frontier Line por sus siglas en inglés
[18] Ganguly, “India”.
[19] Íbid.
[20] Feroz Ahmed, Aijaz Ahmad, Eqbal Ahmad, “Pakistan, Bangladesh, India:1970-73,” merip Reports, no. 16 (Abril, 1973): 6. “The patter of economic development persued by the West Pakistani-dominated central government was such that foreign exchange earned from the export of eastern goods and the bulk of foreign loans were utilized for the development of West Pakistan. A large military establishment, which consumed up to 60% of the country’s budget, was not only geared towards the defense of the western part but was recruited almost entirely from that region; less that 10% of the military jobs went to the eastern who comprised 55% of the country’s population.” (traducción propia).
[21] Ganguly, “India”.
[22] Joht T. Rourke, “Transnationalism in action” en International Politics on the World Stage (Estados Unidos: McGraw Hill, 2005), 153.
[23] Ganguly, “India”. “A short conventional war between India and Pakistan would cost some us$2.5 billion, twelve times more than the cost of the last India-Pakistan war in 1971.” (traducción propia).
[24] Joht T. Rourke, “Transnationalism in action” en International Politics, 153.
[25] John K. Cox, “Nationalism” en (Michael T. Snarr & D. Neil Snarr ed.) Introducing Global Issues (Estados Unidos: Lynne Rienner Publishers, 1998), 29.
[26] Íbid., 32.
[27] Fred Halliday, “Nationalism” en (John Baylis & St| eve Smith ed.) The Globalization of World Politics. An Introduction to International Relations (Oxford: Oxford University Press, 2005), 528-9.
[28] Mary Kaldor, “La política de las nuevas guerras” en Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global (Barcelona: Editorial Tusquets, 2001), 93.
[29] Michael E. Brown, “Cause and Implications of Ethnic Conflict” en (Michael Brown ed.) Ethnic Conflict and International Security (Princeton: Princeton University Press, 1993), 5.
[30] Íbid., 5.
[31] Íbid., 6-8.
[32] Ashutosh Varshney, “India, Paquistan, and Kashmir: Antinomies of Nationalism,” Asian Survey, vol. 31, no. 11 (noviembre, 1991): 999.
[33] Íbid., 999.
[34] Íbid., 1001.
[35] Íbid., 1002.
[36] Íbid., 1003-6.
[37] Rourke, “Transnationalism in action” en International Politics, 153.
[38] Alexander Wendt, “Anarchy is what states make of it: the social construction of power politics,” International Organization, vol. 31, no. 11 (enero-marzo, 2007):391.
[39] Íbid., 393.
[40] Íbid., 394.
[41] Íbid., 396-7.
[42] Íbid., 399-400.
[43] Íbid., 402-3.
[44] Íbid., 405-6.
[45] Samuel P. Huntington, “La nueva era en la política mundial” en El choque de las civiliaciones y la reconfiguración del orden mundial (Reimpr., México: Editorial Paídos, 2004), 21.
[46] Íbid., 22.
[47] Íbid., 22.
[48] Íbid., 23.
[49] Íbid., 34.
[50] Íbid., 48.

San Agustín y las dos ciudades, ¿Quién se debe encargar del poder político en la Tierra?

Joel Cruz Cotero

CIDE

Constantino fue el emperador que unió al Estado Romano con la Iglesia Cristiana. El Cristianismo fue, desde entonces, la nueva verdad para Occidente. J. P. Mayer menciona en su libro Trayectoria del pensamiento político que “[s]e puede discutir la verdad histórica de las enseñanzas cristianas del Evangelio, pero nadie puede discutir que esas enseñanzas han modelado y determinado en forma decisiva, hasta el momento actual, la vida de Occidente”.[1] Los arquitectos de la nueva religión son conocidos como los padres de la Iglesia, uno de ellos es San Agustín.

El pensamiento de Agustín llegó a ser muy influyente durante el Medievo. Sus ideas teológicas-políticas se pueden apreciar en su principal obra: La Ciudad de Dios. En ella trató de explicar por qué el Imperio estaba decayendo, tras el saqueo de Roma en 410, y cómo el Cristianismo salvaría a la humanidad. Para San Agustín existían dos ciudades: la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal, las cuales en la vida terrenal convivían. También explicó el origen y la función de las ciudades, pero no dejó claro quienes eran los encargados de realizar la política en la tierra. Por esta razón se realizaron nuevas teorías utilizando las interpretaciones agustinianas con las que justificaron el poder de la Iglesia y del Estado.

El propósito de este ensayo es, mediante la investigación, saber qué institución terrenal debería de estar encargada del uso de la política en la Ciudad Terrenal de acuerdo con las ideas agustinianas. El trabajo se divide de la siguiente manera: primero, se explicará cuál es el origen y la función, según San Agustín, de la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal; en segundo lugar, se analizarán algunos autores que defendían al Estado como la institución legítima para el uso de la política; la tercera sección será en la que se expone a los defensores de la idea de que la Iglesia es la que debe cooptar el poder político, y finalmente, se analizarán los autores que tienen otra visión sobre las dos ciudades. Una vez realizado todo este trabajo de investigación, se podrá llegar a una conclusión.

La caída y las dos ciudades

El hombre cayó en el mundo terrenal por el pecado original que Adán y Eva cometieron. Dios en un principio creó al hombre inmortal pero al momento en que pecó fue condenado a la vida terrenal. En palabras de Agustín se puede apreciar lo siguiente en La Ciudad de Dios: “Dios crió a los primeros hombres de suerte que si no pecaran no incurrirían en ningún género de muerte, sin embargo, a éstos que primeramente pecaron, los condenó a muerte de modo que todo lo que naciese de su descendencia estuviese también sujeto al mismo castigo, puesto que no había de nacer de ellos otra cosa que lo que ellos habían sido.”[2]

El hombre había cometido un terrible pecado por lo que su naturaleza humana empeoró. Ahora en la vida terrenal, el hombre debía buscar la gracia de Dios para alcanzar su salvación y poder adquirir nuevamente la vida eterna.

El hombre sólo podrá alcanzar la salvación no con la justicia terrenal, sino con la fe en la vida eterna. Ernest Fortin en un análisis de Agustín dice que “[l]a gracia divina y no la justicia humana es el nexo de la sociedad y la auténtica fuente de la bienaventuranza”.[3] Para San Agustín, lo más importante para el hombre eran los bienes divinos y no los bienes terrestres. Es decir, cuando el hombre se aferraba a los bienes carnales[4], se alejaba del camino correcto, del camino de la virtud, y siguiendo por la senda del mal, no podría alcanzar la vida eterna.

A pesar de que existen muchas ciudades en el mundo, San Agustín, de acuerdo a las sagradas escrituras, sólo distinguía dos: la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrena. Fortin distingue a las ciudades así: “[l]a distinción entre ellas corresponde a la distinción que hay entre la virtud y el vicio, con la implicación de que la auténtica virtud es la virtud cristiana (…).La ciudad de Dios no es otra que la comunidad de los seguidores de Cristo y los adoradores del verdadero Dios. (…) En contraste con la ciudad celestial, la ciudad terrenal es guiada por el amor propio y vive de acuerdo con lo que las Escrituras llaman la carne.”[5]

En la vida temporal, la sociedad civil es indispensable. La paz es un deseo de todos los hombres, incluso del más vil. Agustín dice sobre este tema que “[q]uien considere en cierto modo las cosas humanas y la naturaleza común, advertirá que así quien no guste de alegrarse, tampoco hay quien no guste de tener paz”.[6] Solamente como miembro de la Ciudad de Dios se podrá obtener la paz y la felicidad eterna. Entonces, la función de la sociedad civil es proporcionar los elementos necesarios para que el hombre pueda conducirse a esta sociedad superior (la Ciudad de Dios). En la interpretación de Fortin “[l]a propia sociedad civil sigue siendo indispensable ya que procura y administra los bienes temporales o materiales que los hombres necesitan aquí en la tierra y que pueden ser utilizados como instrumentos para promover el bien del alma. Por lo tanto, el ser ciudadano de la ciudad de Dios no abroga sino que conserva y complementa la ciudadanía en una sociedad temporal.[7]

Entonces, es la sociedad civil la encargada de limitar el mal con el fin de que los hombres puedan alcanzar la vida eterna. Las leyes temporales son justas y legítimas mientras se basen en las leyes eternas.[8] La sociedad civil sirve para corregir y tiene un papel negativo: castigar a los malhechores y atacar el mal mediante el uso de la fuerza.[9]

Uno de los problemas que se creó al interpretar la filosofía de San Agustín es saber cuál es la institución que debe encargarse del mantenimiento de la paz y de la limitación del mal en el mundo terrenal. Una de las razones por la que se le han dado diversas interpretaciones a San Agustín es debido a los diferentes significados que le dio a la Ciudad de Dios.

el Estado y la política

Es complicado poder entender la definición de San Agustín sobre la definición de la Ciudad de Dios. La razón es que existen tres formas de entenderla: en primer lugar, la Ciudad de Dios era una ciudad eterna; en segundo lugar, es una asociación de individuos que se caracterizan por su amor hacia Dios, y por último, es una entidad visible e institucional.[10] Rex Martin considera que existe la posibilidad de que la Iglesia se pueda identificar con la Ciudad de Dios en la Tierra.[11] No se puede saber si el Estado cristianizado era una interpretación de San Agustín, mas existía la probabilidad de que fuera así.

Agustín también identificó al Imperio con la Ciudad Terrenal. Su explicación es que el amor hacia la Ciudad Terrenal es el que se produce hacia uno mismo. San Agustín menciona especialmente uno: el amor a gobernar. Así es como Martin interpreta que los Estados son los que tienden a amar el acto de gobernar y por consiguiente, a la política. Pero no puede ser cualquier Estado, necesariamente tiene que ser el Imperio.[12] Sin embargo, éste tiene que brindar justicia, de lo contrario será sólo una entidad fraudulenta.[13]

Entonces, Martin afirma que San Agustín no apreciaba a la Iglesia como a la ciudad de Dios en la Tierra, pero sí como la institución que la representaba. Igualmente sucedía con la Ciudad Terrenal, era el Estado imperial quien la simbolizaba. No eran identidades pero debido a su estructura y a sus funciones se identificaban estas dos instituciones y las dos ciudades.[14] La Iglesia se encargaba de los asuntos de Dios, mientras que el Imperio de los asuntos terrenales.

Otra interpretación de las dos ciudades de San Agustín, quizá la más famosa, para saber quién debía mandar a los hombres en la tierra, es la que empezó el papa Gelasio I. En una carta que mandó al emperador Anastasio en 492, declaró que había dos fuerzas que gobernaban el mundo: la sagrada soberanía del sacerdocio y el ejecutivo poder del príncipe. Ambas fuerzas eran otorgadas por Dios. El poder sacerdotal era superior al del emperador, ya que la Iglesia guiaría incluso hasta el alma del emperador. Sin embargo, la autoridad eclesiástica se tenía que atener a las reglas de carácter secular impuestas por el emperador.[15]

En este sentido, de acuerdo con San Agustín, la Ciudad de Dios está a cargo de la Iglesia, mientras que la Ciudad Terrenal del Estado imperial. Ambas ciudades coexisten en la tierra y el fin último de la Iglesia y el Imperio es que el hombre alcance la salvación. Esta teoría es llamada la teoría de las dos espadas y de ella derivó el derecho divino de los reyes, la idea de que los reyes son elegidos directamente por Dios.

Carlomagno estuvo muy influenciado por San Agustín. La Ciudad de Dios era de sus obras preferidas. Thomas Sidey cita de la última edición de Vita Caroli lo siguiente: “no hay razón para dudar que este libro ilustró toda la concepción del Imperio de Carlomagno, y que fue una de las más profundas influencias en su pensamiento político religioso”.[16] Sidey escribió que Carlomagno vivió cuatrocientos años después de que fue escrita La Ciudad de Dios. Ya para entonces la Iglesia católica era una institución fuerte, y sin duda había remplazado al Imperio Romano y al César. Carlomagno se dejo coronar en el año 800. Este acontecimiento fue muy relevante en el desarrollo de la política medieval porque Carlomagno se coronaba como representante del Cristianismo; era el emperador que representaba a La Ciudad de Dios y por lo tanto a la verdadera fe. Él estaba sustituyendo al antiguo imperio terrenal.[17]

Carlomagno era el gobernante terrenal encargado de la ciudad divina. Desde la caída de Occidente hasta la de su gobierno no había existido una unificación del imperio bajo el control de un solo actor político. En palabras de David Knowles: “Él se veía como el gobernante divino electo por la Cristianidad”.[18] El hijo de Carlomagno no pudo conservar el poder y nunca se repitió en su totalidad. El poder en Europa se dividió en monarquías y todo “poder” del Imperio sólo eran palabras y no el poder en sí.[19]

Guillermo de Ockham fue uno de los últimos defensores del Imperio como encargado de la sociedad civil en la ciudad terrenal. Él fue un teólogo del siglo XIV y ya para entonces el poder papal era muy débil, al igual que el del emperador, además de que los monarcas adquirían poder y estaban dispuestos a obtener cada vez más.[20] Este personaje todavía dio una interpretación de La Ciudad de Dios de San Agustín.

Ockham consideraba que la Iglesia debía ser humilde y que no era el papel ni de la Iglesia, ni mucho menos del papa castigar. El papa no tenía potestad sobre el poder terrenal y la Iglesia debía encargarse de los asuntos espirituales:

(…) [E]l papa no tiene plenitud de poder en las cosas temporales. Cristo —que, aunque como Dios era dueño y juez de todas las cosas, tenía la omnímoda plenitud de poder sobre ellas— no tuvo, sin embargo, como hombre pasible y mortal, tal plenitud de poder y no podría hacer todas estas cosas sin una entrega de poder a Él de Dios Padre. (…) Cristo quiso renunciar a tal plenitud de poder durante el tiempo que vino a servir y no a ser servido, se sigue que no concedió tal plenitud de poder al papa, su vicario.[21]

También consideraba que San Agustín lo apoyaba y que el papa en realidad no podía tener potestad en la vida terrenal y que los emperadores eran los encargados de esta tarea. “(…) [D]ice San Agustín, comentando a San Juan: ‹‹¿Con qué derecho defiendes los límites de la Iglesia? ¿Con el divino o con el humano?›› Y más adelante: ‹‹Con el derecho humano se dice este esclavo es mío, esta casa es mía. Ahora bien, los derechos humanos son de los emperadores. ¿Por qué? Porque Dios distribuyó al género humano esos mismos derechos por mano de los emperadores y reyes.”[22] Ockham así considera que el papel de la Iglesia y del papa es sólo espiritual y por lo tanto los asuntos terrenales le pertenecen al Imperio.

la Iglesia y la política

Según Rex Martin, San Agustín buscaba que se alcanzara la justicia verdadera. El Imperio carecía de esa justicia y sólo mediante la república cuyo fundador y gobernante era Cristo se podría alcanzar. Esta república es la Ciudad de Dios, y la Iglesia utilizó esta interpretación para adquirir poder político.[23]

Gerhart Ladner interpretó que durante las primeras décadas de la Edad Media la distinción entre Iglesia e Imperio realmente no existían, sólo existía la distinción entre el papa y el emperador. Aunque la autoridad suprema era la Iglesia, el poder político lo tenía el Estado imperial. La función del Imperio era proteger a la Iglesia Universal.[24]

Fue después del gobierno de Carlomagno cuando el papado empezó a adquirir fuerza. Una nueva interpretación sobre las dos ciudades de San Agustín y sobre la teoría de las dos espadas de Gelasio I se empezó a formular. David Knowles ve que durante esta época los papas comenzaron a alegar que las dos espadas se le habían confiado a ellos. El papa adquiriría el papel de gobernador, y sería el responsable de los dos poderes.[25] Por eso el papa ahora sería el encargado de la salvación de las almas, pero también defensor de la paz y de la de la delimitación del mal en la ciudad terrenal.

La nueva doctrina fue aplicada por el papa Inocencio II. Su argumento fue que todos los poderes y personas estaban subordinados al Vicario de Cristo. “La Iglesia ahora se convirtió en el cuerpo de todas las cualidades (…) de Estado, y esta concepción unitaria de poder se fortaleció por el axioma del pensamiento del reinado aristotélico que decía que todos los agentes podían ser reducidos a un poder supremo, esto es, en este contexto, el papado”.[26]

Fue el papa Gregorio VII quien buscó la independencia de la Iglesia del Estado, fue la persona que se dio cuenta que el sistema ya no funcionaba. La causa fue que según Gregorio VII, era difícil de delimitar las funciones del Imperio y de la Iglesia, aunque el poder espiritual fuera superior que el poder terrenal.[27] Utilizando la interpretación agustiniana, si el poder de la Iglesia, el espiritual, era superior al poder terrenal, entonces era la Iglesia la que se debía de encargar de los problemas políticos en la tierra.

La supremacía total de la Iglesia fue expuesta por Tomás de Aquino. En sus obras se puede apreciar la poca relevancia que le dio al Imperio. James Wood Jr. menciona que el deseo máximo de la humanidad, según Aquino, era la felicidad eterna. Para alcanzarlo todos los deseos terrenales debían estar subordinados. Este deseo máximo no podía ser alcanzado únicamente por la dirección humana, necesita de la guía divina que sólo se podía obtener de la Iglesia.[28]

Existen diversos gobiernos para Tomás de Aquino. Sin embargo el principal es el gobierno de la Iglesia cuyo jefe es el papa. El motivo es que Cristo concedió ese poder a su vicario y esto se puede apreciar en su obra Opúsculo sobre el gobierno de los Príncipes en la siguiente cita.

Pues como se lo dio en su humanidad todo poder, como consta por Mateo 16, 18, él [Cristo] comunicó dicha potestad a su vicario, cuando dijo: “Y yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y te daré la lleve del reino de los cielos, de manera que cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Se encuentran ahí cuatro clausulas que significan en gobierno de Pedro y de sus sucesores sobre los fieles todos, y por lo cual con justicia se le puede llamar al Obispo Romano Sumo Pontífice, Rey y Sacerdote.[29]

Más adelante, Aquino da a conocer su interpretación sobre el poder papal en la Ciudad Terrenal. “(…) [C]omo lo dice Agustín en el libro XVII de La Ciudad de Dios, no parece erróneo llamar así a su sucesor, tomadas en cuenta las razones que pueden aducirse, que son claras”.[30] Santo Tomás dice que con la referencia bíblica San Agustín y otros doctores de la Iglesia ven a Pedro y a sus sucesores (los papas) como los que tienen derecho a manejar el gobierno de Cristo.

El papa tiene poder sobre todas las cosas, incluso sobre el poder terrenal. Cristo le concedió dominar sobre lo espiritual y como lo espiritual es superior a lo terrenal, entonces domina en La Ciudad de Dios y La Ciudad Terrenal. “Por eso se dice que es Sumo Pontífice tiene plenitud de las gracias todas, porque sólo él tiene todo el poder para perdonar los pecados, ya que de él, como del Señor, que es el sumo rey, podemos decir que “de su plenitud recibimos todos los demás”. Y no puede decirse que tal afirmación sólo se refiere a su potestad espiritual, porque lo corporal y temporal dependen siempre de lo espiritual, como la operación del cuerpo depende de la virtud del alma.”[31] De esta forma Aquino con ayuda del agustinismo justificó que el poder terrenal estaba en manos de la Iglesia y de su representante el papa.

La ambigüedad de las dos Ciudades

Para muchos autores las dos ciudades eran en realidad ciudades místicas, y ninguna institución humana era igual, ni las representaban. Gerhart Ladner argumenta que para San Agustín la comunidad que busca el bien supremo, que es Dios, no es el Estado, sino una sociedad supra-natural que se encuentra en la vida terrenal combinada con la sociedad terrenal. Para Agustín era indiferente el Estado como una comunidad y un territorio. El imperio y el reino terrestres no son Estados, más bien son formas de gobierno.[32] Pero fueron sus interpretaciones las que crearon las diversas teorías políticas.

Rex Martin considera que las interpretaciones de Agustín de Hipona acerca del uso de la política en la Ciudad Terrenal eran dudosas. Más que el análisis político de sus ideas y de sus obras, era el análisis de la política que se desarrolló durante el Medievo. Se adaptaron las ideas agustinianas a diversas teorías que justificaban el comportamiento de papas y emperadores. Los argumentos adquirían validez una vez que coincidían con los textos de San Agustín, es decir, toda idea estaba fundamentada con base al pensamiento agustiniano.[33]

Según Frederick Loetscher, Agustín era la fuente más confiable al que emperadores y papas acudieron para darle legitimidad a su “poder supremo”. En realidad él no había escrito un tratado político para explicar quien debería ser el actor dominante en la política: la Iglesia o el Estado.[34]

John Neville Figgis considerá que tanto papas como emperadores utilizaron la idea agustiniana de la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal. Lo que se quería lograr era crear un Estado perfecto que al final sólo había sido una ilusión:

Fue un noble sueño: el Estado perfecto con dos cabezas visibles, la una de lo temporal, de los espiritual la otra, colaborando armoniosamente en la conservación de la paz y en la ordenada conducta de los cristianos, y todo ello en una república que combina los elementos valiosos del antiguo Imperio Romano con todo los más esencial para la realización de la Ciudad de Dios. Pero, en general, no paso de ser un sueño, salvo en algunos brillantes e inciertos intervalos con Carlomagno (…)”[35]

Tanto emperadores como papas buscaba la justicia, pero esta tenía que ser cristiana: “No puedes tener justicia donde Dios no es adorado, y la única verdadera comunidad será en la que Cristo es rey”.[36]

Los emperadores eran designados por Dios y los papas eran los vicarios de San Pedro, por esta razón ambos tenían que justificar su poder en la teología Cristiana: “Tanto el emperador como el papa se ven obligados a apoyar sus pretensiones en el Derecho Divino, puesto que ambos se sienten ser cabeza de algo más que un Estado temporal (…). Así pues, resulta que todas las pretensiones de supremacía, tanto del emperador como del papa, se fundan en un concepto esencialmente religioso. A ninguno de los dos (…) puede ocurrírseles que la esfera de la teología se separa de la política, o que la fuente de toda especulación política se encuentra fuera de la revelación”.[37] Por lo tanto las ideas agustinianas fueron de suma importancia para la política medieval.

Opinión del Autor

San Agustín al referirse a la Ciudad de Dios y a la Ciudad Terrenal se refería a dos lugares metafísicos y no a ciudades físicas como las ciudades griegas. Sin embargo la Iglesia fue considerada por San Agustín coma la representante de la Ciudad de Dios en la Tierra y el Imperio de la Ciudad Terrenal. Por lo tanto la Iglesia era la que se debía de encargar de la salvación de las almas y el Imperio era el encargado de la limitación del mal. En un principio así fue como funcionó el sistema, y aunque era más importante lo espiritual la Iglesia no se entrometía mucho en la política terrenal.

Sin embargo el fortalecimiento de los papas hizo que se tergiversara el pensamiento de Agustín. Dieron una nueva interpretación de las ideas del obispo de Hipona para poder justificar su poder. Esto se debió a que San Agustín no fue del todo claro en qué institución humana se debía encargar de brindar y mantener la paz, limitando el mal, en la sociedad civil pata que de está forma se alcanzara la vida eterna. La Iglesia se había hecho, como menciona anteriormente, la represente de la Ciudad de Dios en el mundo temporal, pero después en la búsqueda de poder, el papa y la Iglesia se quisieron hacer cargo de la política terrenal.

Las interpretaciones agustinianas se debieron a que tan débiles o fuertes estaban los papas y emperadores. Sin embargo, hay una característica que tuvieron todas las interpretaciones de San Agustín y es que la teología siempre estuvo ligada a la política y ambas autoridades trataban de legitimarse en el derecho divino que Dios les había concedido. El argumento religioso fue necesario dado que el Cristianismo era el que brindaba toda fuente de poder al considerar que el gobernante de la Ciudad de Dios y de la Ciudad Terrenal era Cristo. Papas y emperadores buscaban ser los representantes de Cristo en la Tierra.



[1] J. P. Mayer, “Imperium Romanum” en Trayectoria del Pensamiento Político (México: Fondo de Cultura Económica, 1994), 44.

[2] San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro XIII, cap. III.

[3] Ernest L. Fortin, “San Agustín” en Leo Strauss y Joseph Cropsey, Historia de la filosofía política (México: Fondo de Cultura Económica), 184.

[4] San Agustín se refiere a la carne a toda acción humana cuyo fin principal no es Dios. Se refiere al cuerpo y a los placeres corporales.

[5] Fortín, Historia., 195.

[6] San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIX, cap. XII.

[7] Fortin, Historia, 197.

[8] San Agustín, Del libre albedrío, libro I, cap. VI.

[9] Fortin, Historia, 184.

[10] Martin, “The Two Cities,” 197-8.

[11] Íbid., 201-2.

[12] Íbid., 202.

[13] Íbid., 204.

[14] Íbid., 203.

[15] David Knowles, “Church and State in Christian History,” Journal of Contemporary History, vol. 2, no. 4 (oct., 1967): 7.

[16] Thomas K. Sidey, “The Government of Charlesmagne as Influenced by Augustine’s City of God,” vol. 14, no. 2 (1918):119. “There is no reason to doubt that this book colored Charlesmagne’s whole conception of the empire, and that it was one of the deepest influences in his politico-religious thinking” (traducción propia).

[17] Íbid, 124.

[18] Knowles, “Church and State,” 9. “(…) he saw himself as the divinely ordained governor of Christendom” (traducción propia).

[19] Íbid., 9.

[20] Íbid., 11.

[21] Guillermo de Ockham, Sobre el gobierno tiránico del papa, libro II, cap. 9.

[22] Ockham, Sobre el gobierno, libro II, cap. 11.

[23] Martin, “Two cities,” 208.

[24] Ladner, “Medieval Thought,” 406.

[25] Knowles, “Church and State,” 10.

[26] Íbid., 10. “The church had now become a body with all the qualities and claims of a state, and this unitary conception of power was strenghened by the axiom of the reigning Aristotelian thought that all agents could ultimately be reduced to a single supreme one, that is, in this context, the papacy” (traducción propia).

[27] Ladner., “Medieval Thought,”409.

[28] James E. Wood Jr., “Christianity and the State, “ Journal of the American of Religion, vol. 35, no. 3 (1967): 261.

[29] Tomás de Aquino, Opúsculo sobre el gobierno de los Príncipes, Libro III, cap. X.

[30] Aquino, Opúsculo, Libro III, cap. X.

[31] Aquino, Opúsculo, Libro III, cap. X.

[32] Gerhart B. Ladner, “Aspects of Medieval Thought on Church and State,” The Review of Politics, vol. 9, no. 4 (1947): 404-5.

[33] Rex Martin, “The Two Cities in Augustine's Political Philosophy,” Journal of the History of Ideas, vol. 33, no. 2 (1972): 197.

[34] Frederick W. Loetscher, “St. Augustine conception of the State,” Church History, vol. 4, no.1 (mar., 1935):16-7.

[35] John N. Figgis, “El Sacro Imperio Romano y el Papado”, en El Derecho Divino de los Reyes, (reimpr., México: Fondo de Cultura Económica, 1982), 41.

[36] John N. Figgis “The State”, en The Political Aspects of S. Augustine’s ‘City of God’ (1921), http://www.sacred-texts.com/chr/pasa/chap03.htm (Fecha de consulta: 13 de mayo de 2008).

[37] Figgis, “El Sacro Imperio Romano y el Papado” en Derecho Divino, 42-3.