jueves, 30 de julio de 2009

En el mundo maistriano, ¿Puede el hombre ser libre cuando es un esclavo de la Providencia?

Joel Cruz Cotero

CIDE

La Revolución Francesa fue un acontecimiento que cambió drásticamente al mundo. Las ideas de la Ilustración alimentaban a la Revolución al mismo tiempo que la contra-ilustración trataba de destruirla. Fue, como dice Isaiah Berlin: “[l]a oposición a las ideas centrales de la Ilustración y sus discípulos en otros países europeos, es tan antigua como el movimiento mismo”.[1] Los enemigos de la Ilustración no creían que la razón y la ciencia llevarían al hombre a conocer la verdad y traer progreso y prosperidad a la humanidad. Dentro de los anti-ilustrados se encontraban los pensadores cristianos que creían que el hombre no era bueno, ni inocente por el pecado original, cosa que la Ilustración negaba.[2]

Uno de los representantes de este tipo de anti-ilustrados fue Joseph de Maistre. Este personaje nació en Saboya en 1753 en el seno de una familia aristocrática de origen francés. En 1792, el ejército francés invadió Saboya lo que ocasionó que Maistre tuviera que exiliarse y, desde este momento, fue un enemigo de la Revolución Francesa y de la Ilustración.[3] Según Berlin: “De Maistre sostenía que la Ilustración era una de las formas más torpes y ruinosas del pensamiento social”. Las principales obras de Maistre fueron: Consideraciones sobre Francia (1796) y la obra que escribió durante su exilio en Rusia, publicada después de su muerte, Las veladas de San Petersburgo (1821).[4]

El pensamiento de Maistre fue realmente controvertido en su época y hoy en día lo sigue siendo. El propósito de este ensayo será saber si Maistre podía considerar al hombre como un ente libre. No es claro si el hombre era un ser que se encontraba controlado por la providencia o si podía tener algo de libertad. El trabajo se dividirá en tres partes: la primera será en la que se expondrá el pensamiento de Maistre, la segunda en la que se expondrán los argumentos de gente que ha estudiado a Maistre, y al final se dará una conclusión.

El pensamiento De Maistre

Para Maistre, la Providencia es la que tiene previsto todos los planes y el hombre es dependiente de ella misma. En Consideraciones sobre Francia (desde aquí Consideraciones) el pensador francés empieza el libro diciendo:

Estamos todos vinculados al trono del Ser supremo por una cadena flexible, que nos retiene sin sojuzgarnos. Lo que hay de más admirable en el orden universal de las cosas es la acción de los seres libres bajo la mano divina. Libremente esclavos, operan a la vez voluntaria y necesariamente: hacen lo que quieren, pero sin poder perturbar los planes generales. Cada uno de estos seres ocupa el centro de una esfera de actividad, cuyo diámetro varía según el árbitro del eterno geómetra, que sabe extender, restringir, detener o dirigir la voluntad, sin alterar su naturaleza.[5]

Las obras del hombre son pobres y el orden solamente lo puede brindar lo que es divino.

La Providencia siempre va a castigar lo que sea necesario porque es justa, ésta va a castigar el mal. Traer el orden es su fin. El hombre no puede conocer los designios de la Providencia ya que es inferior y no logrará comprender los planes divinos. En Las veladas de San Petersburgo (desde aquí veladas) Maistre dice:

(…) Dios, que todo lo ve; Dios que conoce nuestras inclinaciones y nuestros más íntimos pensamientos mejor que los hombres se conocen unos a otros, emplea el castigo por vía de remedio, y hiere al hombre que nos parece sano para extirpar el mal antes del paroxismo. Nos sucede muchas veces en nuestra ciega impaciencia quejarnos de la lentitud con que la Providencia castiga los crímenes (…). Algunas veces deja Dios libre a uno conocidamente culpable, mientras que otras castiga al culpable encubierto, porque este castigo debe salvar al hombre.[6]

Así vemos que Dios sabe todo y como es bueno y justo, castigará cuando exista maldad en el hombre.

Maistre cree en el pecado original y que el hombre debe sufrir debido a este.[7] El hombre es malo y debe pagar por el pecado original. En las veladas menciona:

En el vasto dominio de la naturaleza viviente reina una violencia manifiesta (…). Ya en el reino animal se empieza a sentir la ley (…). Pero tan luego como entráis en el reino animal, la ley toma una espantosa evidencia. (…) Sobre estas numerosas razas está colocado el hombre, cuya mano destructora no deja libre nada de lo que vive; mata para alimentarse, mata para vestirse, (…) mata por matar; rey soberbio y terrible, necesita de todo y nada le resiste. (…) Pues entonces, ¿qué ser exterminará a aquel que a todos extermina? Él mismo. El hombre es quien está encargado de degollar al hombre.[8]

El hombre entonces, aunque no por naturaleza, es malo por el pecado original. Es por eso que al menos en este mundo terrenal será constantemente castigado. Además, este pecado es heredado de generación tras generación.

Por otro lado, dado que el hombre es siempre malo, la guerra es algo que ha existido eternamente y nunca terminará. Es una herramienta de la Providencia para purificar al hombre. En Consideraciones dice: “Dios ha hecho a este mundo para la guerra (…). La historia prueba desgraciadamente que la guerra es en cierto sentido el estado habitual de género humano (…); la paz para cada Nación, no es más que un respiro”.[9] La guerra es una obra de la Providencia y por lo tanto es divina: “(…) esta ley tan terrible de la guerra no es, sin embargo, más que un capítulo de la ley general que gravita sobre el universo”,[10] “la guerra, es pues, casi divina en sí misma, puesto que es una ley del mundo”.[11]

Las instituciones duraderas tienen que tener un fundamento divino. Maistre dice que “todas las instituciones imaginables reposan sobre una idea religiosa (…). Son fuertes y duraderas en la medida en que están divinizadas (…)”.[12] Ergo, lo religioso es lo único que puede hacer a las instituciones duraderas. El Cristianismo es lo que ha hecho que en Europa las instituciones hayan durado por mucho tiempo.[13]

El hombre es capaz de modificar su entorno mas no puede crear nada: “[l]a influencia humana no se extiende más allá del desenvolvimiento de los derechos existentes”.[14] Maistre ve como una abstracción y no lo consideraba como válidos la Constitución de 1795 y la Declaración de los Derechos del Hombre puesto que estaban dirigidas a seres inexistentes. Maistre dice: “Durante mi vida, he visto franceses, italianos, rusos, etc.; sé incluso, gracias a Montesquieu, que se puede ser persa, en cuanto al hombre declaro no haberlo encontrado en mi vida; si existe, es en mi total ignorancia”.[15]

La Revolución Francesa, al igual que las demás guerras, fue un castigo de la Providencia. La nación atentó contra la soberanía y “todo atentado cometido contra la soberanía, en nombre de la nación, es siempre (…) un crimen nacional; pues es siempre más o menos también falta de la Nación”.[16] Entonces, la muerte de Luis xvi la iba a pagar Francia,[17] pero la Revolución iba, de esta forma, a salvarla: “(…) nunca la Divinidad se había mostrado de una manera tan clara en ningún acontecimiento humano. Si emplea los instrumentos más viles es porque castiga para regenerar”.[18] Toda la Revolución fue en sí una herramienta más de la Providencia. Los miles de franceses que tuvieron que morir en manos de los jacobinos, el terror de Robespierre; todo fue una simple obra de la Providencia.

El hombre sin libertad o parcialmente libre: El debate

Maistre no dejó del todo claro si el hombre era parcialmente libre o no era para nada libre. Como expuse en la parte anterior, De Maistre menciona en sus Consideraciones que los hombres son “libremente esclavos, (…) hacen realmente lo que quieren, pero sin poder perturbar los planes generales”. Aquí no se puede decir con exactitud si el hombre era un esclavo de la autoridad o si podía tener cierta libertad.

Libertad Parcial

E. M. Cioran ve que Maistre tiene dificultades para hacer que la libertad sea compatible con la omnipotencia de Dios: “«Cadena flexible», esclavos que actúan «libremente», son incompatibilidades que revelan las dificultades del pensador ante la imposibilidad de conciliar la omnipotencia divina con la libertad humana”.[19] Para que pudiera existir la libertad del hombre Maistre tuvo que hacer desaparecer la intervención divina en épocas de equilibrio, que eran en realidad intervalos cortos. Sin embargo, “la Providencia, que detesta eclipsarse durante mucho tiempo, no abandona su reposo más que para castigar, para manifestar su inclemencia”.[20]

Cioran también dice que, de acuerdo a Maistre, la guerra es el terreno de la Providencia y no permitirá actuar al hombre, más que de una manera mecánica, las victorias dependerán de la Providencia y no del hombre. De esta forma Maistre ve a la guerra como algo divino, como una ley de mundo. Lo divino es lo que llega a perdurar, la autoridad que se consolida por la tradición tiene un toque divino y todo lo demás es obra humana y siempre termina por destruirse.[21]

Jesús María Oses Gorraiz ve que si la Revolución Francesa tuvo un producto de la razón fue la declaración de los derechos en los que “los principales derechos eran la libertad (…), la igualdad ante la ley y el libre acceso a puestos públicos”.[22] Estos derechos no tenían que nada ver con la tradición ni con la jerarquía estamental. Todo se basaba en una razón universal y en principios abstractos.[23] Es por eso que estos principios no se pueden aplicar al hombre. Lo único en lo que se puede confiar es en los dogmas religiosos, es por eso que el hombre los debe seguir y no dejarse llevar por los principios abstractos elaborados por los filósofos: “su único apoyo es la oración, pues está sometido a un plan divino cuya comprensión escapa a la razón”.[24]

Sin embargo Oses declara que sí existe la libertad para Maistre sólo que no es un derecho individual sino uno colectivo: “la libertad no es un derecho individual, sino un patrimonio comunitario[,] la libertad es colectiva en tanto [es] producto de la historia particular de cada pueblo”.[25] Maistre afirma que “el hombre ha nacido como esclavo y que sólo por la acción del cristianismo empieza a liberarse”.[26] Maistre ve la fortaleza en los irracional y lo misterioso, lo que el hombre no va a poder comprender.

Los hombre son “libremente esclavos para hacer lo que (…) quieran, pero (…) al mismo tiempo, sólo útiles y medios de un poder superior que es quien decide permanentemente”.[27] Esta contradicción, de acuerdo a Oses, más que asustar a Maistre le sirvió para poder desarrollar su teoría de la Revolución. El hombre para Maistre queda “a merced de la voluntad de fuerzas extrahumanas, sin concederle la más mínima posibilidad de iniciativa”.[28] En pocas palabras sólo puede ser libre el hombre al dejarse guiar por una autoridad que lo va a guiar.

El hombre sin libertad

Isaiah Berlin menciona argumenta que Maistre no predicó la libertad y el progreso, tal como los hicieron los muchos filósofos de su época, en vez le dio importancia a la salvación por medio de la fe y de la tradición.[29] Maistre “[r]eflexionó sobre la naturaleza corrupta e incurable del hombre y (…) sobre la necesidad inevitable de la autoridad, la jerarquía, la obediencia y la sumisión. (…) predicó la necesidad del conflicto, el pecado y la recompensa, el derramamiento de la sangre y la guerra”.[30]

Berlin también dice que Maistre no cree que “[n]ada que valga la pena puede ser realizado por los hombres, pues son incurables corruptos y endebles a menos que se les proteja de la tentación de disipar su fuerza y su riqueza a cambio de fines estériles, a menos de que se les discipline para lograr su tarea asignada, a través de sus guardianes”.[31] Maistre cree que siempre va a ser necesaria la autoridad. El terror tiene que ser utilizado por la autoridad[32] y ésta siempre tiene que ser divina pues si es humana va a ser mala, deficiente y con una duración corta. Berlin afirma que según Maistre “[l]o que el hombre haga, el hombre lo corromperá: sólo lo sobrehumano [perdurará]”.[33]

Berlin, refiriéndose a la autoridad según Maistre, dice que los hombres deben de someterse a ésta. Es cierto que se puede escoger entre el bien y el mal. Sin embargo, “[l]os hombres (…) deben someterse a la autoridad libremente: pero deben someterse, ya que son demasiado corruptos y débiles para gobernarse a sí mismos, sin gobierno, caen en anarquía y se extravían”.[34] Todos los gobiernos deben provenir de una incuestionable autoridad coercitiva. Así, el hombre es libre pero esta libertad la tiene que utilizar para someterse a la autoridad y así perderla.

Stephen Holmes dice que Maistre considera que el hombre necesita ser gobernado desde arriba. El virulento odio a la autoridad es lo que destruye al mundo.[35] Las decisiones de la autoridad son esenciales: “Maistre creía que la incuestionable toma de decisiones de la autoridad es indispensable para el orden social”.[36] La historia ha demostrado que los seres humanos han sido destinados para ser sujetos, fueron creados para vivir en una sociedad jerarquizada donde el poder político se encuentra acumulado arriba.[37] El poder, así, estará en las manos de pocos y los demás deberán acatar la autoridad. La autoridad debe ser percibida como perfecta.

Holmes menciona más adelante, en su análisis de Maistre, que los individuos desean cambiar a cada instante pero no les es claro qué es lo que desean: “(…) el hombre no es ni estable ni consistente con sus preferencias: «él no sabe lo que desea, él quiere lo que no desea, él no quiere lo que no desea»”.[38] Como los individuos son inestables, en un momento les satisface algo y después les deja de satisfacer. Siempre esta en descontento con lo que tiene y sólo ama lo que no tiene. Por eso el hombre debe estar gobernado desde arriba. Maistre siempre estuvo en contra de todos los sistemas políticos, como el liberalismo, en los que la autoridad no era superior a la libertad individual.[39]

Elisha Greifer, en su estudio sobre Maistre, dice que éste consideraba que si se evaluaban los reinos de los reyes franceses: “(…) uno podría ver que el gobierno más estable es claramente la monarquía paternalista hereditaria. Uno sólo se tiene que someter a la autoridad”.[40] También Greifer menciona que la Revolución para Maistre fue una obra de la Providencia para regenerar a Francia. Los jacobinos y Robespierre fueron entes malignos que sirvieron a la Providencia para salvar a Francia.[41] El punto importante aquí es que estos personajes no eran libres sino más bien esclavos de los designios de la Providencia, eran unos títeres de ésta, sin libertad alguna.

El hombre, ¿es esclavo o parcialmente libre?

Joseph de Maistre se contradice claramente al decir en sus Consideraciones que el hombre el libremente esclavo. Todos los expertos ven a Maistre como un enemigo de la libertad, sin embargo existe el debate sobre si el hombre tenía algo de libertad, aunque limitada, o si en realidad no existía en lo absoluto. El problema radica en que Maistre dice que el hombre sí es libre pero de una forma limitada; sin embargo, su libertad puede estar tan presionada que puede llegarse a considerarse nula.

El hombre es aparentemente libre. Puede hacer lo que quiera y si no hace lo correcto la Providencia va a hacer cualquier cosa necesaria para que el hombre siga el camino correcto. De esta forma el hombre es libre pero tiene que pagar cuando es necesario. La Providencia va a ser justa y va castigar cuando los hombres no hagan lo correcto, pero aquí se le podría dar al hombre una cierta libertad ya que podría elegir entre el bien y el mal aunque no fuera los designios de Dios, aunque no será así como se verá más adelante. Las guerras, como la Revolución Francesa, son obras de la Providencia que tienen que ser crueles, pero serán las que limpiarán al hombre de la maldad.

Desde esta perspectiva, el hombre pareciera tener libertad, libre albedrío y capacidad de elección entre el bien y el mal. Sin embargo, Maistre tiene una visión muy pesimista del hombre, éste es malo debido al pecado original cometido desde el principio de su historia. Entonces va a vivir en constante sufrimiento, será necesario que exista una autoridad, que se va a basar en lo divino y lo religioso, lo que será incomprensible para el ser humano.

El hombre se debe someter a esta autoridad. Dice Maistre que tienen que libremente someterse a la autoridad, aunque más bien parece que el hombre no tiene elección, debe acatar los designios divinos. La autoridad era la que debía de mostrarle, de manera arbitraria si era necesario, el camino a los hombres; es más, debía obligarlos a hacer lo que se tenía que hacer ya que lo hombre en realidad no saben lo que quieren. Aquí es donde se percibe que no existe la libertad. El hombre sólo debe obedecer y no tratar de entender la razón puesto que no lo va a poder hacer. El hombre es corrupto y malo. La autoridad con bases divinas es la que debe evitar que el hombre pueda obrar. El hombre no es libre puesto que desde que nació es corrupto y malo y entonces debe someterse a una autoridad que logre purificarlo y guiarlo.

La autoridad va a ser siempre superior a la libertad. Acatando la libertad, el hombre es libre. Es incoherente que el hombre sea libre si hace lo que la autoridad desea y no realiza sus intereses. Para Maistre sí existe la libertad pero la ve como la libertad clásica, es decir, lo que es libre es la comunidad mas no el individuo. El hombre es un esclavo y el conjunto de esclavos con diversas funciones y con una autoridad que los dirija forma a una comunidad libre.

Maistre insiste en que lo divino es lo que debe regular al mundo. Sólo las instituciones duraderas son aquellas basadas en la divinidad. El Cristianismo, según Maistre, permitió que hubiera gobiernos estables en Europa. Entonces, lo que el mundo necesita es que esta religión de Occidente es la que debe expandirse y dominar al mundo ya que es el Cristianismo el que brinda la libertad al hombre. En realidad el hombre no debería tener opción, debería de imponerse el Cristianismo al mundo. De nuevo Maistre no ve que el hombre sea libre.

Las ideas y el uso de la razón que utilizaron filósofos y teóricos del siglo XVII y XVIII no podían ser válidos pues eran abstractas. Eran inventos humanos y no se fundamentaban en lo divino. La autoridad provenía de pueblo pero como era un invento de los hombres no iba a durar puesto que las obras de los hombres son muy pobres. Lo divino es algo que el hombre no va a entender pero lo tiene que creer y acatar. Entonces sólo la autoridad fundada en el poder divino, la monarquía cristiana, es la que puede funcionar, durar y no debe ser cuestionada. El hombre no tiene libertad de elegir, incluso aunque creyera que la monarquía es mala, ya que lo divino no lo comprende y entonces no hay cuestión que se deba tratar de combatir. Cristo siempre vencerá.

También es bueno considerar que la Providencia muchas veces utilizó a hombres como a los jacobinos o a Robespierre para alcanzar sus fines. Este conjunto de personajes no tenían libertad alguna. La Providencia, con el fin de purificar a Francia y al mundo, controló, de acuerdo a Maistre, a éstos y también manejaba a su parecer todos los acontecimientos. Una vida sangrienta, cruel y llena de sufrimiento tenía que ser la historia de la humanidad porque era al mismo tiempo la historia de la purificación del hombre.

Conclusión

Maistre en sus obras no les concedía a los hombres libertad alguna. Aunque sí existía la libertad, los hombres eran siempre esclavos y debían de seguir los designios divinos. El hombre es malo y corrupto debido al pecado original y la autoridad era fundamental puesto que es la que va a guiar a los hombres por el camino correcto, sin importar los medios que toma con tal de lograr los objetivos de Dios. El hombre no va a poder obrar por su corrupción con la que nació; si lo hiciera, llegaría al caos y la Providencia tendría que intervenir. Es por eso que se necesita la autoridad, el hombre es malo y no sabe lo que quiere.

Todo se encuentra justificado ya que las bases de las autoridades y las instituciones tienen que tener una base divina. El hombre no tendrá por qué cuestionarlas debido a que no tiene que comprender estos designios extrahumanos, sólo debe creerlos y acatarlos. La Providencia podrá manejar a los hombres y hacer lo necesario para poder purificarlos. Maistre, al considerar una supremacía absoluta de la autoridad, no le da al hombre libertad, sólo llegó a considerar una libertad para una nación, que debía de depender de las tradiciones y de su historia, pero jamás pensó en la libertad del hombre. Al menos no en el mundo terrenal. Para Maistre no existe, como lo creía San Agustín, el libre albedrío ya que el hombre es un esclavo y no un ente libre.



[1] Isaiah Berlin, “La contra-ilustración” en Contra la Corriente. Ensayos sobre historia de las ideas, (México: Fondo de Cultura Económica, 2006), 61.

[2] Íbid., 83.

[3] E. M. Cioran, “Cronología de Joseph de Maistre” en Ensayo sobre el pensamiento reaccionario y otros textos, (España: Montesinos, 2000), 67-71.

[4] Berlin, “La contra-ilustración”, 84.

[5] Joseph de Maistre, “De las revoluciones” en Consideraciones sobre Francia, (Madrid: Editorial Tecnos, 1990), 3.

[6] Joseph de Maistre, “Velada novena” en Las veladas de San Petersburgo, (México: Aldus Clásico, 2007), 286-7.

[7] Maistre, “Velada segunda” en Las veladas, 43.

[8] Íbid., “Velada séptima”, 224-5.

[9] Maistre, “De la destrucción violenta de la especie humana” en Consideraciones, 27.

[10] Maistre, “Velada séptima” en Las veladas”, 224.

[11] Íbid., 227.

[12] Maistre, “De la Revolución francesa considerada en su carácter antirreligioso. Digresión sobre el cristianismo” en Consideraciones, 51-2.

[13] Íbid., 53.

[14] Íbid., “De la influencia divina en las constituciones divinas”, 63.

[15] Íbid., 66.

[16] Íbid.,, “Conjeturas sobre las vías de la Providencia en la Revolución francesa” en Consideraciones, 12.

[17] Íbid., 13.

[18] Íbid., “De las revoluciones”, 8.

[19] Cioran, “Ensayo sobre el pensamiento reaccionario” en Ensayo, 17.

[20] Íbid.

[21] Íbid., 17-8.

[22] Jesús María Oses Gorraiz, “Joseph de Maistre: Un Adversario del Estado Moderno”, Revista de Estudio Políticos (Nueva Época), no. 80 (abril-junio, 1993): 233.

[23] Íbid., 233-4.

[24] Íbid., 235.

[25] Íbid., 235-6.

[26] Íbid., 236.

[27] Íbid.

[28] Íbid.

[29] Isaiah Berlin, “Joseph de Maistre y los orígenes del fascismo” en Árbol que crece torcido (México: Vuelta, 1992), 139.

[30] Íbid.

[31] Íbid., 147.

[32] Íbid., 149.

[33] Íbid. 154.

[34] Íbid., 157.

[35] Stephen Holmes, “Maistre and the Antiliberal Tradition” en The Anatomy of Antiliberalism (Estados Unidos: Harvard University Press, 1993), 18.

[36] Íbid., 19 “Maistre did believe that unquestionable decision-making authority was indispensable to social order” (traducción propia).

[37] Íbid.

[38] Íbid., 19-20. “(…) man has neither stable nor consistent preferences: «he does not know what he wants, he wants what he does not want, he does not want what he wants»” (traducción propia).

[39] Íbid., 20.

[40] Elisha Greifer, “Joseph de Maistre and the Reaction Against the Eighteenth Century”, The American Political Science Review, vol. 55, no. 3 (septiembre, 1961): 594. “(…) one can see that the most stable rule is clearly paternal hereditary monarchy. One has only to submit to authority” (traducción propia).

[41] Íbid.

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