martes, 28 de julio de 2015

La apuesta al olvido vs el reto a la memoria

Joel Cruz Cotero
@jcc986

El escape del Chapo y la mejor respuesta del Gobierno

El pasado 14 de julio de 2015 en México pasó lo imperdonable: Joaquín “El Chapo” Guzmán escapó por segunda vez de un penal de alta seguridad. Aunque este hecho fue algo extremadamente grave, no fue algo que sorprendió a los mexicanos. De hecho, el escape del Chapo fue tomado como un chiste y las burlas de los ciudadanos y críticos empezaron a circular a través de las redes sociales. A esto vino la respuesta oficial de la administración del Presidente Peña Nieto la que resultó nada creíble en donde se argumentó que el rey de las drogas mexicano había escapado del penal por un túnel de un kilometro y medio.

El gobierno de Peña nos volvió a contar a los mexicanos otro cuento chino. Nadie lo creyó y nos indignó (me atrevo a hablar por todos, incluyéndome a mí), y lo más impresionante fue la respuesta nula del gobierno. No es la primera vez que la administración de Enrique Peña no ha hecho nada: simplemente durante su sexenio se han acumulado una serie de escándalos y crisis como han sido los casos de Tlatlaya y de Ayotzinapa, así como las controvertidas compraventas de las casas por parte de la primera dama, Angélica Rivera, y el secretarios de Hacienda, Luis Videgaray; y a el equipo del presidente se le ha bautizado como el gabinete inamovible.

El juego y la apuesta al  olvido por parte del gobierno

Si se analiza esta dinámica desde el punto de vista de económico, utilizando la teoría de juegos, en donde los jugadores son el Presidente y su equipo, la oposición y los ciudadanos, se puede llegar a la conclusión de que la situación actual que vive México, es un equilibro lógico. Por un lado, se tiene un gobierno que no rinde cuentas, que no hace nada ante la falta de un estado de derecho y que vive en una crisis de gobernabilidad. Sin embargo, bien podría tratar de reparar estas fallas al cambiar a los tomadores de decisión (gabinete) o cambiar la agenda del país, no obstante, decideno hacer nada porque obtiene más beneficios al mantener el status-quo. La razón principal es porque los otros jugadores no le han generado los incentivos adecuados para que la administración del Presidente Peña pierda más en el status-quo que ante un cambio.

En primer lugar, los partidos de oposición (PAN, PRD y otros) aunque oficialmente se han quejado constantemente de los actos de la actual administración, no parece que hayan realizado esfuerzos para exigirles una correcta rendición de cuentas. En las pasadas elecciones se vio que la oposición no hizo mucho por exigirle al partido en el poder (PRI) y a su principal aliado electoral y de gobierno (PVEM): el PVEM violó la ley electoral un sinfín de veces, seguramente en muchos lugares rebasaron el tope de campaña, por no decir que nunca le dio prioridad a temas como la Casa Blanca o Ayotzinapa (que debieron haber sido relevantes en las campañas). ¿Por qué se comportaron asíSeguramente no tienen el derecho moral para hacerlo (tampoco cuentan con mucha credibilidad), no se han logrado coordinar las distintas fuerzas opositoras, y probablemente muchos opositores se han coludido con el gobierno. 

En segundo lugar, están los ciudadanos. Como ya lo mencioné, a muchos nos ha indignado el papel y la actitud del gobierno en turno. Y ¿Por qué no hemos generado los incentivos para que el gobierno rinda cuentas adecuadamente? Nuevamente existe el gran problema de la coordinaciónes decir, es imposible que exista un lugar físico en donde todos los ciudadanos podamos deliberar, así como es imposible que todos nos pongamos de acuerdo en todo, además de que cada uno de los ciudadanos tienen diferentes intereses y cada quien está dispuesto a invertir diferentes cantidades de tiempo en los asuntos públicos (no a todos les interesa la política)Además, creo que vale la pena mencionar que el gobierno le está apostando al olvido, yaque se ha visto supuestamente, que el mexicano tiene una memoria de corto plazo. Nuevamente, las elecciones pasadas podrían ejemplificar esta reducida memoria, a pesar de que lo de Ayotzinapa y lo de las controvertidas casas habían ocurrido entre septiembre y diciembre de 2014 (menos de un año antes del día de las elecciones federales), los votantes no castigamos a la alianza de partidos que llevó al Presidente Peña al poder (PRI-PVEM), tanto que entre estos dos partidos alcanzaron la mayoría en la Cámara Baja.

El papel de los ciudadanos y el reto a la memoria

Para cambiar un equilibrio en un juego económico es necesario que los jugadores cambien su estrategia. Tal como planteé el juegoel gobierncambiará su rumbo de acción sisólo cambian la estrategia los otros jugadores: la oposición y/o los ciudadanos. La toma de decisiones de los partidos políticos de oposición son relevantes y seguramente les serán importantes en su estrategia electoral de 2018; sin embargo, este trabajo lo tendrán que consultar con la almohada y planear ellos en sus cuarteles generales. Empero, a mi me interesa hablar más sobre las estrategias y agenda de los ciudadanos.

Refiriéndome a la complicada coordinación que existe para los ciudadanos, hoy en día tenemos la gran ventaja de que contamos con las redes sociales digitales. Estas plataformas pueden ayudarnos a los ciudadanos a interactuar con otros millones de personas que comparten nuestros intereses y que no necesariamente tienen que estar con nosotros en el mismo lugar. Hoy en día es posible ver que las redes sociales como Twitter y Facebook han facilitado la comunicación y la coordinación entre los ciudadanos. El mejor ejemplo es la Primavera Árabe, y en México tenemos el movimiento #YoSoy132 y #internetnecesario. Aunque no todos tienen acceso ni interés a estas redes, la plataforma ya existe y simplemente hay que buscar su expansión y su difusión.

Ahora bien, ningún foro va a servir sin lo más importante que es el hecho de que tengamos presente lo que ha pasado en el país (y claro en el Mundo). Si el gobierno está apostando al olvido, es nuestro deber decirle al gobierno y a los partidos de oposición que si ellos quieren olvidarlo, nosotros no lo haremos. Este es el reto a la memoria. Es importante que no olvidemos que en México hay más pobres que hace dos años, que Joaquín Guzmán escapo de un penal de alta de seguridad, hay que recordar las distintas compraventas y rentas extrañas por la Primera Dama y por altos funcionarios de la administración peñista; por supuesto, hay que traer al presente el caso de los estudiantes de Ayotzinapa y de lo ocurrido en Tlatlaya. Es más si no malrecuerdo, cuando Enrique Peña era gobernador del Estado de México dejó pendiente lo de Atenco y lo del caso de la niñaPaulette.

Me gustaría en principio, suscitar a los ciudadanos a que recordemos todo aquello que ha ocurrido en México y recordar que el gobierno nos debe una explicación coherente. Mencionando al historiador búlgaro-francés Tzvetan Todorov, la memoria es necesaria porque estamos hechos individual y colectivamente del pasado, de lo que hemos vivido. Construye nuestra identidad. En este sentido, si queremos un cambio tenemos que reflejar que hay algo que nos ha construido y que si ha habido faltas y errores tenemos que conocerlas para poder hablar de un presente y de un futuro.

El buen y mal uso de la memoria 

No solo va a bastar con que recordemos lo que ha pasado, tenemos que darle un uso a la memoria. Sin embargo, de acuerdo con Todorov, la memoria puede tener buenos y malos usos. Por un lado, la memoria puede servir en favor de la justicia y la verdad, por el otro lado, puede ser utilizada como herramienta de la venganza, la agresión y la violencia. 

En este tenor, es muy importante darle un buen uso a la memoria que estoy tratando de alentar. Si nosotros como ciudadanos pedimos que nos expliquen y al mismo tiempo pedimos que nos den voz que permita cambiar nuestras instituciones que no funcionan como deberían, entonces habremos utilizado la memoria con un buen fin. Necesitamos primero hacer que se reconozcan los errores y fallas en los diversos hechos ocurridos, en segundo lugar que se haga justicia y que los responsables respondan ante nosotros; por último, es menester que las leyes y procesos se adecuen a los tiempos que estamos viviendo: se necesitan mejores mecanismos y leyes de transparencia, se necesitan  avanzar en el empoderamiento ciudadano (candidaturas independientes, referéndum y porque no elecciones primarias de candidatos), se necesitan crear mecanismos de respuesta ante crisis de gobernabilidad o ante conflictos de interés que pueda existir en un gobierno (pienso ahora en la posibilidad de juicio político a un presidente), y por último se tiene que trabajar en que exista competencia real que permita a los ciudadanos poder seleccionar mejor ante distintos productos (si hubiera más televisoras, los ciudadanos tendríamos diferentes fuentes de donde obtener la información pública). Existe una oportunidad para que nosotros, los ciudadanos, exijamos cambios relevantes a nuestros políticos, la memoria es precisamente esa gasolina que nos puede ayudar a lograrlo.

Por último, es importante que tengamos cuidado con la memoria, ya que no es lo mismo justicia a venganza. Tener en el radar los pendientes de nuestros gobiernos pueden tentar algunos a optar por populismos. No debemos crear héroes, mesías, villanos y victimas. Seguramente en este camino nos vamos a encontrar con varios exaltadores que intentarápolarizar a los mexicanos, simplemente habrá que tener cuidado de ellos, ya que mi intención no es dividir a los buenos y malos mexicanos, sino crear las bases que nos permitan caminar juntos hacia un México mejor.

Como conclusión simplemente invito a los ciudadanos a que no olvidemos, y a que le demos un buen uso a la memoria para que podamos aprovechar esta oportunidad de cambiar el rumbo de México. Al mismo tiempo, hay que recordarconstantemente a nuestros gobiernos todo lo que tienen pendiente con nosotros no con fines partidistas, sino con fines políticos y públicos.

sábado, 18 de julio de 2015

El arte al alcance de la gente pequeña

Estando en una tertulia sobre Franz Kafka, los participantes comenzamos a discutir sobre cualquier persona era capaz de expulsar a sus demonios mediante alguna forma artística. Esto sin duda me dejo pensando sobre dos preguntas, la primera la vieja cuestión sobre lo que es el arte y  ahora me ahondaba en la cabeza sobre si cualquier persona era capaz de expresar su sentir mediante el arte.

En la discusión, hubo dos argumentaciones: la primera era que la creación artística sólo es posible mediante el conocimiento y la meditación constante del artista en cuestión sobre los grandes problemas del hombre, de la naturaleza y de la metafísica; en la segunda, se argüía que cualquiera dada la libertad que tiene es capaz de expresar su sentir, y por lo tanto es un productor de arte. Lo magnifico de este ejercicio es que se permitió la deliberación, de la que soy un gran defensor, y aunque no se llegó a una síntesis en el sentido hegeliano, si pude al menos yo tener una opinión con respecto al tema.

Primero que nada, creo que es importante definir lo que significa el arte para mi para después poder decir si es o no posible que éste sea un producto de cualquier mortal. Siempre ha sido controvertido el significado del arte. Muchas personas argumentan que el arte debe cumplir con grandes cánones, e incluso algunos han llegado a rechazar lo que hoy en día conocemos como el arte moderno, ya que dicen que estas obras no son capaces de cumplir con las reglas ortodoxas que ellos definen.

Para mí, el arte es cualquier creación humana que permite la expresión de un sentimiento. Sin duda alguna, ni yo ni nadie negaremos que Kafka, Poe, Da Vinci, Dalí, Mozart y Beethoven son grandes artistas. Sin embargo, el hecho de que éstos hayan logrado crear obras maestras no va en contra de cualquier persona alrededor del globo pueda tener la habilidad para expresar sus sentires: un niño expresa su felicidad al dibujar a su familia en el kínder, se autorealizó de la misma manera que Andy Warhol mostró su malestar de la sociedad de masas al pintar una colección de latas Campbell. Evidentemente, los primeros artistas fueron más relevantes y más influyentes que el preescolar y su dibujo, mas esto no le quita merito al segundo.

Dicho lo anterior, y aunque me adelante un poco, yo sí soy un ferviente defensor de que cualquier persona libre y consiente de sí misma es capaz de realizar arte. Y es aquí donde he introducido la palabra que es clave para entender el arte como la expresión del sentir del hombre: la libertad. La diferencia esencial entre defender una u otra postura sobre si un individuo es capaz de producir arte va a depender en realidad de cómo uno llegue a concebir la libertad.

Aquellos que decían que el desarrollo del arte dependía de que el artista tuviera conocimiento y meditación sobre las cuestiones filosóficas eran aquellos que veían la libertad acotada a lo que los hombres estamos destinados. Es decir, tienen la idea agustiniana de que el hombre tiene el poder de decidir, mas esta libertad está acotada a la existencia de un ente divino, a ciertos cánones o a reglas preestablecidas. De esta manera, el desarrollo del arte sólo le pertenece a algunos, lo que podría justificar el clasismo y el elitismo en torno a este tema. Si la libertad estuviera limitada a cierta naturaleza humana o divina, entonces si sería cierto que sólo algunos hombres (y mujeres por supuesto si los limites lo permitieran) serían capaces de hacer arte. Pero veo dos grandes problemas. El primero es que la definición de los limites es muy problemático, y lo ha sido a lo largo de la historia del hombre.  La creación artística dependería de lo que dioses, duendes, consejos de ancianos, expertos en arte o incluso lo que yo consideráramos que debería cumplir una expresión para que fuera arte. Así el arte sería una cuestión completamente una cuestión completamente subjetiva que dependería de la concepción de ciertos jueces. El segundo problema se relaciona con el hecho de que creo que la libertad concebida de esta manera, yo no la veo como libertad y así es como continuaré con la segunda visión de la libertad.

Sartre no se equivocó al afirmar que el hombre está condenado a ser libre. El ser humano es libre haga lo que haga, así decida quedarse callado, o expresarse de la manera que mejor le plazca. En este sentido, si alguien quiere atenerse a cánones y reglas es libre de hacerlo. Sin embargo, quien decida no hacerlo, no le quita el poder de expresarse, y por lo tanto, éste puede ser un artista en potencia. En este tenor, yo creo que cualquier tipo de expresión artística puede ser realizada por cualquier persona, sin importar su género, clase, preparación académica o preferencia sexual. Lo único que en realidad necesitan es el deseo de expresarse y encontrar la manera de plasmarlo en un papel, de armonizarlo en el aire en forma de sonido, acomodarlo haciendo movimientos o como pueda hacerlo, pero siempre y cuando lo pueda sacar de su ser.

Mencionando nuevamente a Sartre, el hecho de que todos seamos libres, nos hace responsables de todas nuestras creaciones. Entonces, en lo que si debemos de prestar atención es en que cualquier escrito, pintura, escultura o pieza musical que hagamos lo haremos por el hecho de que es la visión que nosotros creemos que los otros individuos deberían de tener acerca de sí mismos, del mundo o de la metafísica.

En conclusión, esta tertulia que tuve me sirvió para reflexionar que la gente pequeña es capaz de hacer arte. Pero creo que las ideas existen para que se debatan y se re-inventen, puede que tenga razón o no, pero dejo aquí algo para pensar.

Finalmente, sólo hago la recomendación a todos de leer el proceso de Franz Kafka en donde se aprecia la visión existencialista que tenía el autor. Sin pensarlo, es una gran obra maestra.

viernes, 17 de julio de 2015

El efecto de las redes sociales en la dictadura y la democracia

¿Por qué algunos países son democrático y otros no?, y ¿por qué algunas no-dictaduras transitan a la democracia? Estas son dos preguntas que se hicieron Daron Acemoglu y James Robinson en su libro Economic Origins of Dictatorship and Democracy. Los autores tratan estas preguntas al desarrollar una teoría en donde elites y ciudadanos tienes intereses distintos lo que crea un conflicto social. En esta teoría, los autores conciben un juego en el que elites y ciudadanos llegan a diferentes equilibrios de acuerdo al uso del poder, a las instituciones y a algunas otras características.

Ahora bien, en diciembre de 2010, inició en los países árabes una ola de alzamientos populares, ocasionados por redes sociales, a los que se les denominó como la primavera árabe. De igual manera, en las campañas presidenciales de México en 2012, el efecto #yosoy132 movilizó a un grupo considerable de ciudadanos en contra del entonces candidato Enrique Peña Nieto. Así como estas movilizaciones, existen otras tantas en el mundo en las que las redes sociales han jugado un papel relevante. En este ensayo, me gustaría hacer una extensión de la teoría de Acemoglu y Robinson para agregar cómo influyen las redes sociales en el proceso de democratización y de consolidación de la democracia.

En primer lugar, ¿cómo afectan las redes sociales en la democratización? En los lugares en donde las redes sociales tuvieron efecto, se notó que éstas les dio poder de facto a los ciudadanos. Es decir, al permitirle a los ciudadanos divulgar información a otros de manera masiva (sin la necesidad de los medios de comunicación tradicionales), se logró que se oyeran voces que en tiempos anteriores jamás habrían sido escuchadas. Este poder de facto permitió que los ciudadanos tuvieron el poder para negociar cambios, e incluso lograron tirar a regímenes dictatoriales como fueron los casos de Libia, Túnez y Egipto. En este sentido, en algunos lugares los ciudadanos transformaron su poder de facto en poder de jure. Es importante mencionar que fue relevante el momento en que se dieron las movilizaciones, lo que se acopla muy bien con la idea del poder transitorio que menciona Acemoglu y Robinson.

Sin duda alguna, este poder de facto que tuvieron los ciudadanos se dio gracias a que las redes sociales facilitaron la coordinación. De acuerdo con Acemoglu y Robinson, una sociedad civil que logra coordinarse puede acelerar y facilitar una transición hacia la democracia. La primavera árabe es un buen ejemplo de cómo la redes sociales permitieron a la sociedad civil organizarse y movilizarse en contra de las elites. Las existencia de la clase media y de la globalización, fueron otros dos elementos relevantes que permitieron la primavera árabe. Si comparamos a estos países con Corea del Norte, se puede apreciar que las redes sociales efervecieron en países que estaban conectados con el mundo y en donde ya existía una parte de la población que era parte de la clase media. En cambio en Corea del Norte, no existe una clase media grande y se encuentra desconectado del mundo; entonces, es difícil ver un impacto de redes sociales en este país (donde seguramente no existen).

En segundo lugar, ¿cómo afectan las redes sociales a la consolidación democrática? En principio se debería esperar de que el hecho de que los ciudadanos estén organizados debería ayudar a conservar una democracia. Algo que es posible ver es que las redes sociales permiten vigilar más a la elite y tener una comunicación más directa con esta. En México las redes sociales han permitido que los ciudadanos sean participes de la vida política; por ejemplo, muchos ciudadanos han criticado al gobierno y a los partidos políticos gracias a la difusión de videos e información a través de las redes sociales.

Ciertamente, los ciudadanos tienen un foro digital que permite la existencia de la acción colectiva. Sin embargo, tal como Olson afirmaba, es muy difícil que un grupo grande se logre coordinar. Las redes sociales no siempre van a garantizar que los ciudadanos se puedan organizar. Utilizando parte de la teoría de Beatriz Magaloni, organizar a la oposición no es una cuestión simple. Si los grupos opositores no se logran coordinar, va a dificultar que puedan influir en la toma de decisiones o en la elección de funcionario públicos. Tomando a México como una democracia naciente, en 2012, los votantes que estaban en contra del PRI no se pudieron coordinar, aún cuando coincidían algunos de sus reclamos que afirmaban que existían prácticas anti-democráticas. Aunque en México no ha tenido una regresión a un sistema autocrático, ciertamente los ciudadanos no han podido cambiar el status-quo.

Por último, quisiera mencionar si es posible ver una consolidación de la democracia en aquellos países donde se dio la primavera árabe. Si se observan los reportes de Freedom House se aprecia que las puntuaciones en Egipto no han variado mucho (sigue siendo un país no libre); en Libia hubo una mejora entre 2010 y 2014, pero empeoró drásticamente en 2015 (hoy es un país no libre), y en Túnez la mejora ha sido considerable desde 2010 (paso de ser un país no libre a ser uno completamente libre). Particularmente en Egipto, las desigualdad que existía entre ciudadanos y elites, y la crisis que no pudieron resolver, no ayudaron a la consolidación de la democracia, pues la alternancia ocasionó que llegarán al poder grupos radicales que al final del día fueron relevados por un golpe de estado. Por otro lado, en Libia pareciera que la democracia va a lograr consolidarse pues se han podido garantizar los derechos políticos y las libertades civiles de sus ciudadanos.

Como conclusión, las redes sociales han mostrado que tienen una gran compatibilidad con la teoría de la dictadura y la democracia de Acemoglu y Robinson. Las redes sociales permitieron que ciudadanos de algunos países árabes protestaran en contra de la elite que en muchos casos los había oprimido por varias décadas. Esto ocasiono transiciones y cambios democráticos. Sin embargo, aunque las redes sociales si favorecen a la consolidación de la democracia (al permitir la vigilancia de las elites), la coordinación de los ciudadanos se convierte en un problema que puede facilitar el retroceso hacia gobiernos no libres (como pasó en Egipto). En cierto modo, la transición no permitió que se crearan instituciones capaces de mantener la democracia. Hay que tomar en cuenta que redes sociales como Facebook y Twitter son relativamente nuevas por lo que habrá que esperar un poco más de tiempo para ver que tan efectivas son en cuando a la consolidación de las instituciones e ideales democráticos.

jueves, 30 de julio de 2009

¿Se puede justificar el terrorismo?

Joel Cruz Cotero

CIDE

We knew that you cannot defeat a fanatical ideology just by imprisoning or killing its leaders; you have to defeat its ideas.

Tony Blair

El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió acontecimientos catastróficos, lo que dejó perplejo a todo el mundo. Símbolos del poder estadounidense, como el World Trade Center y el Pentágono, fueron los blancos de grupo terrorista Al Qaeda. La Guerra Fría había terminado y una nueva era había ya comenzado. Estados Unidos, la potencia mundial, había sido amenazado y debía responder. Su respuesta fue declararle la guerra al terrorismo.

El hecho de declarar una guerra es un asunto muy delicado. Enrique Serrano explica bien porque se deben tratar con mucho cuidado el asunto de la moralidad de las guerras: “(…) hay que tomar en cuenta, que el uso de los recursos morales para justificar las guerras es un recurso muy peligroso que, con frecuencia, ha llevado a una violencia sin límites”.[1] El propósito de este trabajo será analizar la moralidad del terrorismo y poder analizar si son correctas las políticas anti-terroristas utilizadas hoy en día. Se tendrá que hacer la difícil tarea definir terrorismo para poder sacar conclusiones de cómo tratarlo. En el mundo académico se estiman que existen más de 100 definiciones sobre terrorismo debido a su carácter polémico. Sin embargo, es importante tener una idea de que es el terrorismo. La razón es porque hoy en día, y en especial desde los atentados en Estados Unidos en 2001, los líderes de grandes Estados, como Estados Unidos e Israel, utilizan de manera arbitraria el término “terrorista” para atacar a sus enemigos. Este uso de terrorismo no es correcto.

Definiendo el Terrorismo

Como se mencionó anteriormente, definir terrorismo no es algo sencillo pero es importante para saber que se puede hacer con el terrorismo. Jeremy Waldron menciona tres razones por las que es importante la manera en que se define terrorismo. En primer lugar, los legisladores buscan siempre distinguir entre crímenes terroristas y otros crímenes, como el homicidio o la piratería, que muestran una criminalidad similar. En segundo lugar, la respuesta a los actos terroristas va a depender de cómo esté definido este concepto. Por ejemplo, si no se puede negociar con terroristas porque el terrorismo es una enfermedad que debe ser erradicada, la respuesta de los gobiernos va a ser mucho más radical que en el caso que si pudiera haber negociaciones. Y en tercer lugar, dependiendo de la definición del terrorismo se va a poder adentrar en una reflexión general del nuevo gran fenómeno del terrorismo. Las discusiones van a ser guiadas de acuerdo con los aspectos a los que se les de importancia.[2]

La definición de terrorismo ha cambiado a lo largo del tiempo, lo que dificulta que se pueda utilizar una sola definición. La primera vez que se uso el concepto de terrorismo fue durante la Revolución Francesa cuando Robespierre instauró el régime de la terreur que tenía como propósito combatir a todos los enemigos de la revolución. El terrorismo en esta época era una medida nacionalista y servía para terminar con el antiguo régimen.[3] Más adelante, durante la Revolución Industrial, el terrorismo estuvo familiarizado con movimientos revolucionarios que estaban en contra de los estados opresores y capitalistas.[4] A principios del siglo XX y después de la Segunda Guerra Mundial, el terrorismo fue utilizado por grupos separatistas/etno-nacionalistas.[5] En cambio, en los años treinta, el terrorismo fue una herramienta de los sistemas totalitarios.[6] Para finales del siglo el terrorismo era utilizado por grupos que querían desestabilizar a los países occidentales. Ya para entonces, se veía al terrorismo como el arma de los débiles. También apareció el narcoterrorismo.

Desde 2001, el mundo se encuentra en una guerra contra el terrorismo. Es importante conocer las definiciones de terrorismo de los principales actores que han manejado esta guerra. Según Robert Goodin, hoy en día el terrorismo se define como el uso de violencia (que puede incluso llegar a matar) en contra de inocentes civiles. De esta forma el terrorismo es moralmente incorrecto puesto que nunca será justificable la muerte de inocentes.[7] Algunas definiciones utilizadas por organizaciones del gobierno de Estados Unidos son las siguientes:

Motivación violenta políticamente premeditada en contra de no combatientes, utilizada por grupos sub-nacionales o agentes clandestinos, usualmente queriendo influir en una audiencia.[8] (cia & Departamento de Estado de Estados Unidos)

En contraste [al terrorismo], la guerra está sujeta a la ley internacional. El terrorismo no reconoce reglas. Ninguna persona, lugar u objeto de valor es inmune de los ataques terroristas. No existen los inocentes.[9] (Ejercito de Estados Unidos)

El problema al utilizar estas definiciones es que no es tan sencillo definir quienes son blancos legítimos y los inocentes. Además, tampoco es tan claro el porque todos los combatientes tendrían que ser moralmente responsables. Estas definiciones también excluyen al terrorismo como una posible acción de los Estados, lo que es incorrecto.

Existen estados que manejan la definición de terrorismo a su conveniencia: “Los gobiernos normalmente definen terrorismo como algo que sólo sus oponentes pueden hacer, como algo que sólo aquellos que buscan cambiar las políticas, o atacar un sistema político o el status quo ya establecidos”.[10] Existen algunos países, como es el caso de Israel, que utilizan el anti-terrorismo para tratar a la oposición interna secesionista.[11] El hecho de que el estado los llame terroristas y que no quiera negociar con los grupos, no hace que los objetivos del grupo oprimido o inconforme sean injustos. La idea es que solamente los enemigos de los estados son terroristas y como, de acuerdo con ellos, el terrorismo es el peor de todos los crímenes posibles, deben ser destruidos por completo sin importar el costo.

Para estos Estados, el terrorismo jamás será justificable. Sin embargo, la moralidad del terrorismo depende de otros aspectos que tendrán que ser analizados con más detalle para evitar que se cometan estos errores.

La Guerra Justa: Jus ad bellum y Jus in bello

De acuerdo con Michael Walter, no está bien empezar una guerra porque la guerra es un infierno, lo que nunca será deseable, y donde siempre van a haber muertos.[12] Sin embargo, las guerras existen y al parecer siempre van a existir. Los participantes deben tener causas justas para ir y una vez que están en la guerra deben respetar algunos principios justos de la guerra.

Es aquí en donde entran los conceptos de guerra justa. De acuerdo con Farid Kahhat, la doctrina de la guerra justa siempre tuvo dos facetas. La primera se refiere a la causa justa para iniciar una guerra (jus ad bellum) y la segunda a la conducción justa de una guerra (jus in bello).[13] Estos conceptos son aplicables en relación con la conducción justa de una guerra. Sin embargo, muchos no creen que puedan tener aplicación en el terrorismo.

Para Walze,r en la guerra el terrorismo es una forma de evitar el combate con el ejército enemigo. Es una forma indirecta de atacar a sus enemigos. Su principal herramienta es el uso del miedo.[14] El terrorismo para Walzer es el asesinato deliberado de inocentes, al azar, con el fin de propagar miedo entre toda la población y de forzar a sus líderes políticos. Su elemento común es la población común.[15] El terrorismo, visto así, no se puede justificar ya que la muerte de gente inocente no es excusable. Existen muchas ideologías y organizaciones terroristas y se debe estar en contra de todas.[16] En cualquier guerra existirá el riego de que mueran o hieran algunos inocentes accidentalmente, lo que se toma como daño colateral lo que, aunque no es deseable, se justifica. Estos no deben ser desproporcionados con respecto de la victoria militar que se busca.[17] Pero al no haber daño colateral en el terrorismo no se pueden justificar las muertes de inocentes.

Con respecto a la guerra justa, Goodin considera que matar a inocentes está completamente mal. Él trata de distinguir a los asesinos de los terroristas. Ambos matan a inocentes con lo que se puede decir que los terroristas no hacen nada moralmente peor que un asesino ordinario. Sin embargo, el matar de forma masiva implica que moralmente es peor que matar a una persona.[18] Waldron considera que la diferencia entre un crimen común y el terrorismo es que el terrorismo ataca a dos blancos, uno directo y otro indirecto, los blancos directos pueden morir, pero lo importante es que los blancos indirectos tengan terror de que el estado de terror pueda continuar y decidan cumplir las demandas terroristas.[19] Ahora, puede que la mayoría de la gente no sea inocente y que algunos actos terroristas sean justos. En realidad los puntos atacados serían blancos legítimos. En este caso, los principios de guerra justa si tendrían efecto puesto que las muertes de inocentes estarían justificadas porque serían contadas como daños colaterales. Goodin no le de mucha credibilidad al terrorismo justo, pero no descarta que exista la posibilidad de que si pudiera sea legítimo.[20]

La aplicación de la guerra justa, de acuerdo con Goodin, sólo funciona entre estados. Sin embargo, las acciones de algunos grupos terroristas podrían estar justificadas si se les llegará a ver como estados en potencia o como extensiones de un estado. Por ejemplo, cuando el terrorismo es parte de una revolución o de una lucha de liberación nacional. Los grupos terroristas, en esta situación, se encuentran en espera de formar un gobierno, en realidad se podrían considerar como cuasi-estados. En otros casos los grupos terroristas utilizan el terrorismo para presionar para que otras personas se comporten distinto. Al tratar de hacer encajar estos casos en la teoría de la guerra justa, existiría aplicación, aunque sería más débil que en el caso de que fueran estados los que utilizaran los principios. Cualquier grupo con un reclamo justificado por los estándares del jus ad bellum y que sigan las reglas del jus in bello, tendrá el derecho a atacar a cualquier oficial del estado.[21]

Held es una defensora del terrorismo justo. Como se menciono antes, se dice que terroristas matan intencionalmente a blancos civiles mientras que la violencia de los gobierno, en la búsqueda por la supresión del terrorismo, sólo causa la muerte de civiles accidentalmente. Esto es lo que marca las diferencias morales entre la violencia estatal y terrorista.[22] Pero si siguen los principios de la guerra justa y sólo atacan a blancos legítimos y tienen causas justas para atacar violentamente no tienen porque considerarse ilegitimas. Ninguna muerte es deseable y si se pueden tolerar algunas muertes de inocentes en una guerra justa, no debería haber problema para que se aplicara lo mismo en el caso del terrorismo justo.

Lo que es importante tomar en cuenta, de acuerdo con Held, es que la violencia si debe ser el último recurso. Si un estado oprime a un sub-estado mucho más débil y no le permite negociar y participar en la vida política, este sub-estado tiene el derecho a utilizar la violencia, la que sería legítima, para liberarse o para ser escuchado. Aquí la responsabilidad del uso de la violencia, la tendría el estado poderoso al no permitir el libre desarrollo del sub-estado. Si los gobiernos aceptaran las demandas de lo grupos terroristas, como las demandas de Chechenia, del País Vasco o de Palestina; no habría violencia. Entonces la violencia usada para suprimir el terrorismo será el precio para mantener el status-quo que desean algunos países. Sin embargo, aunque el status-quo sea preferido por algunos, no significa que es moralmente superior al estado deseado por los inconformes. [23] El terrorismo es el arma legítima de los débiles ya que un grupo pequeño jamás va a poder combatir contra un estado poderoso.[24]

Prácticamente, todos los participantes tienen causas justas para ir a la guerra. Una vez que están en la guerra existen restricciones morales en la conducta de la guerra. Hoy, actores que se encuentran en una guerra, le dan demasiada importancia al jus ad bellum y descuidan el jus in bello. Siempre existen justificaciones para ir a una guerra, como el desarme en Iraq o la guerra contra el terrorismo en Afganistán. Y al momento de llevar a cabo la guerra de acuerdo a los principios de la guerra justa, los participantes actúan de manera irresponsable matando a inocentes, argumentando que forman parte del daño colateral. Tanto algunas guerras, como algunos actos terroristas, van a tener causas justas, con lo que cumplirán con el jus ad bellum, pero deben también respetar el jus in bello para que los actos en sí, sean considerados como legítimos.

Inocentes, civiles y blacos legítimos

La inmoralidad de un agente que usa violencia aplica en el momento en el que se mata a individuos indiscriminadamente sin importar si es inocente o no. Es peor aún, cuando el atacante busca dañar a inocentes, como podría se la población civil. En el caso de las guerras y del terrorismo, la violencia sirve para alcanzar un fin político. Va a ser importante la manera en la que se vean a los inocentes, civiles (no combatientes) y los blancos legítimos para saber cómo tratar al terrorismo.

C. A. J. Coady define el terrorismo como: “El uso organizado de violencia a no combatientes (inocentes en cierto sentido) o a su propiedad por objetivos políticos”.[25] Coady continúa explicando, que aunque las demandas sean justas nunca se va a poder justificar la muerte de inocentes. El terrorismo dependerá de los actos cometidos por los atacantes. Así que si los Estados atacan a inocentes de forma indiscriminada también deben de ser considerados terroristas. Es importante que en la definición de terrorismo exista la posibilidad de que violencia no-terrorista revolucionaria pueda ser usar forma legítima.[26] Incluso, Estados Unidos fundó su nación utilizando violencia legítima en contra de un poder opresor injusto. Entonces no debería oponerse a que otras naciones buscan tener su propio estado, pagando el precio que fuera necesario. Al fin y a cabo, sería una acción justa.

La condición más relevante del terrorismo es lo que comúnmente se llama principio de discriminación, que forma parte del jus in bello. Muchos consideran malo al terrorismo por el hecho de matar sin importar que sean o no inocentes. Held menciona sobre este asunto que en muchos casos es cierto que los terroristas usan indiscriminadamente la violencia, lo que convierte sus acciones en inmorales. Sin embargo, los estados, también en muchas ocasiones, cuando contraatacan al terrorismo hacen exactamente lo mismo que los terroristas lo que vuelve al contra-terrorismo igualmente inmoral.[27] Muchos teóricos consideran que los blancos, aunque podrían ser no atacantes, no implica que no sean legítimos. Si los blancos llegan a ser legítimos entonces no hay problema con el uso del terrorismo.[28]

En la tradición clásica de la guerra justa los no combatientes tienen inmunidad. Esto pasa en los dos bandos con el fin de restringir los daños causados por la guerra. Es un acuerdo que a ambos les conviene y por lo tanto se comprometen a respetarlo. [29] Se debe de tomar en cuenta que las situaciones de los actores son similares en este caso. Lo más importante en una guerra es obtener la victoria, y los participantes van a hacer lo que sea para que ellos la puedan obtener. Existe un argumente no utilitarista que también apoya la inmunidad de los no combatientes. A estos se les conoce como los intrensicalistas porque creen que existen cosas intrínsecamente incorrectas. Para ellos sólo va a existir licencia para poder usar la violencia contra los agentes de agresión y los no combatientes no lo son.[30]

Para Walzer, aunque todos los combatientes son blancos legítimos en una guerra, no siempre se les tendría que matar. Él considera que:

No tienen en cuenta que hay muy pocos soldados que se sienten comprometidos de corazón con el negocio de la guerra. La mayoría de ellos no se consideran guerreros; al menos no es ésa su única o su principal identidad; la lucha tampoco es una ocupación que hayan elegido. Y (…) tampoco puede decirse que pasen luchando la mayor parte de su tiempo.[31]

Matar a soldados no va contra las reglas de la guerra. Sin embargo, Walzer, dice que en una guerra se puede distinguir a un hombre indefenso de un soldado. Los hombres pueden llegar a reconocer a un semejante, que no se encuentra amenazando, que sus actos son pacíficos y que su persona es igual de valiosa que la de los demás. La actitud de compasión por un soldado no podría, en cambio, existir cuando si el soldado fuera entusiasta y sólo se la pasara pensando en cuantos enemigos matará.[32]

Existen algunos problemas con la inmunidad de los no combatientes. Goodin, Held y Coady reconocen dos problemas sobre la inmunidad de los no combatientes. La primera es que no todos los no combatientes son culpables de los actos de guerra y que tampoco todos los civiles son inocentes. Walzer tampoco toma en cuenta el peligro futuro de los atacantes.

Goodin dice que normalmente cuando se habla de “inocencia” o “culpabilidad” es referente a la “inocencia moral” (quien hace algo malo por lo que tengan culpa). Pero en las guerras, la palabra inocente tiene otra concepción y se refiere a si la persona puede ser un blanco militar legítimo.[33] Algunas veces los inocentes son los indefensos y otras son los que no representan una amenaza a los soldados contrincantes. Los civiles y los soldados capturados e incapacitados se encuentran desarmados. El hecho de que ninguno se pueda defender y de que no representan una amenaza a sus enemigos, siguiendo los principios de guerra justa, no deberían de ser lastimados.[34]

Goodin duda sobre si estos conceptos están realmente bien definidos. Por ejemplo, los bombardeos aéreos atacan a soldados que se encuentran indefensos ante los primeros. Entonces estos soldados al estar indefensos, serían inocentes y, por lo tanto, sería inmoral atacarlos.[35] También cree que es necesario tomar en cuenta el punto sistémico de una guerra. Para ejemplificar este caso, él supone que un grupo terrorista secuestra a la hija inocente, en el sentido de que no representa una amenaza, de un banquero. Ello no representa amenaza pero al pertenece a un sistema capaz de conceder las demandas de los atacantes se podrá defender de la amenazas de los agresores. En este sentido, la inmunidad contra los terroristas sólo la podrían tener aquellos que son inocentes al no representar una amenaza y no tener ninguna manera de defenderse ante los terroristas. [36]

Muchos ven la inmoralidad del terrorismo porque los terroristas matan a civiles inocentes. Matar a los civiles nunca es correcto. Si los juzgáramos con los principios de la guerra habrían cometido crímenes de guerra; en cambio, si se les juzga con el derecho internacional, serían unos criminales. Entonces, todos los actos terroristas son crímenes.[37] Debido a que el terrorismo siempre es inmoral, no se debe negociar bajo ninguna circunstancio con los terrorista y se les debe combatir hasta que se logre la victoria absoluta. El problema es que no todos los civiles son inocentes.

Con respecto a la inmunidad de los civiles, Held tiene un punto bastante interesante. No es lo mismo un civil que un inocente. Muchos ejércitos tienen en sus filas a niños, los que siempre son inocentes, éstos jamás podrán ser blancos legítimos. Para ella: “estos “combatientes” difícilmente parecen blancos legítimos mientras que algunos civiles que apoyan la guerra, en la que los primeros pelean, están exentos”.[38] El no atacar a inocentes, se debe a la inmunidad que tienen aquellos que no son moralmente responsables de los actos de guerra. Muchos combatientes no son moralmente responsables mientras que algunos civiles si lo son. Los civiles que apoyan la guerra en realidad son más responsables que aquellos que fueron obligados a ir a ésta.

Para que alguien tenga responsabilidad moral, de acuerdo con Coady, es necesario que cuente con dos condiciones: debe tener el conocimiento y libertad con respecto a lo que se está haciendo. En este sentido, muchos malhechores no saben en realidad lo que están haciendo porque no cuentan con la información completa y correcta, o porque les lavaron el cerebro con pensamientos idealistas y nacionalistas. De igual forma, muchos combatientes pudieron haber entrado a la guerra al haber sido obligados a la fuerza, o por la severa presión pública, con lo que no estarían actuando con una completa libertad. Mientras que, por el otro lado, van a haber algunos promotores y apoyadores de una guerra injusta en la que no van a estar uniformados. [39] Muchos ven al que comete el crimen como un vil criminal, pero al que ve a un enfermo y no hace nada no lo es. Esto no siempre es una visión correcta.

Con respecto a lo que Walzer veía de que no siempre es necesario matar a los civiles, Goodin toma en cuenta que aunque los enemigos no son una amenaza en este momento, lo podrían ser en el futuro. Para Goodin:

De acuerdo con las convenciones que definen las reglas de las guerras justas, está permitido matar a las tropas enemigas simplemente porque son tropas enemigas, sin importar lo que estén haciendo en ese momento. Está permitido matar con base en el daño que pueden representar en algún momento en el futuro. (…) Dentro de las reglas de la guerra justa, está permitido en un daño no intencional en civiles inocentes al intentar alcanzar un objetivo militar legítimo.[40]

Justificándose en los principios de la guerra justa también podrían tirar edificios donde se esconden criminales (podrían ser terroristas) que están atacando a policías o militares, aún sabiendo que puede haber gente inocente en los edificios que indudablemente morirá.[41]

Coady también escribió algo con respecto al ataque de combatientes sin importar si son inocentes. Su argumento dice que la intuición moral básica es que alguien se trate de proteger de aquellos que le intentan hacer un daño, sin tomar en cuenta si son responsables de sus acciones. Entonces, está permitido atacar a algún individuo que esté atacando a otro sin importar que tan limpia esté su alma.[42] Se puede atacar al agresor porque: “el aparente atacante es un agente de daño y el escudo de inocencia es un simple instrumente del agente de daño.”[43] En el sentido de auto-defensa, no es moralmente incorrecto matar a alguien aunque sea inocente. Coady cree que el problema es que también van a existir agentes de daño que no van a ser combatientes. Así establece que no es lo mismo la distinción entre combatiente y no-combatiente que la de soldados y civiles.[44]

También se debe considerar si pueden ser culpables aquellos individuos que son atacados. De está forma los principio de guerra justa no tendría problemas porque lo terroristas estarían atacando blancos legítimos. Coady en su trabajo Terrorism and Innocence (Terrorismo e Inocencia) menciona que Gregory S. Kavka, en su libro Moral Paradoxes of Nuclear Deterrence (Paradojas Morales de la Disuasión Nuclear), muestra interés en la idea de responsabilidad de grupo. Para Kavka existen algunos grupos que comparten responsabilidades. Todos los miembros de este grupo son provocadores de daño en el sentido de que todos participan en el acto, aunque hayan tenido diferentes roles.[45] El problema de Kavka, de acuerdo con Coady, es que quiere darle responsabilidades a grupos muy grandes, principalmente a naciones, vinculando a todos en una red de responsabilidades. Kavka llama a los ciudadanos de un país “parcialmente responsables” de las acciones de sus gobiernos. La manera en que los relaciona es que la forma de decisión organizacional y la presión de grupo hace que todos compartan la responsabilidad.[46] De esta forma si el Estado ataca de forma injusta, los ciudadanos podrían ser blancos legítimos y ser atacados justificadamente por el estado o grupo atacado.

Barry Buzan desarrolló la idea de merecer a un gobierno, con lo que los ciudadanos de un país podrían llegar a ser blancos legítimos. Aquellos ciudadanos que viven en plenas democracias, como Estados Unidos o Israel, en donde existen libertades y la gente elige a sus representantes, merecen a sus gobiernos; mientras que los que viven bajo un régimen dictatorial, no. Buzan cree que los gobiernos de Occidente han sido bastante escrupulosos en sus políticas militares y no se debería de tratar de forma desigual a los gobierno y a los individuos de estos países. Para Buzan, un ataque a Bagdad o Afganistán por parte de Estados Unidos es un acto terrorista porque la gente que vive en esta ciudad no merece a su gobierno y, por lo tanto, son inocentes. En cambio, considera que el ataque a las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001, no lo es porque en Estados Unidos la gente si merece a su gobierno. [47] Esto aplica de igual forma en otros estados y sub-estados como podría ser Israel y Palestina.

Coady rechaza el argumento de Buzan al decir que no se puede aplicar esta lógica ya que los ciudadanos no siempre están informados de los que hacen sus líderes. Existe la posibilidad de que hayan votado por alguien por su plataforma social y que no tuvieran idea de su plan con respecto a las políticas exteriores. Además considera que cuando alguien defiende a su país no significa que este apoyando a sus representantes.[48] El problema es que en las democracias es la gente quien elige a sus representantes, y es en este sentido, en el que pueden llegar a ser responsables por lo que éstos hagan. El hecho de que la gente no esté informada o de que la mayoría haya elegido a otro representante, no hace que la gente no reconozca el poder de los representantes y que sepan que fueron electos por los ciudadanos.

Held consideró los ataques del 11 de septiembre de 2001 horribles y espantosos. Sin embargo, no hubo nada injusto. Los ciudadanos norteamericanos eran en parte responsables del trato indignante de millones de personas en el mundo, a los que sus gobiernos (Estados Unidos) les han hecho una vida miserable. Existe una conexión entre toda esta miseria y el terrorismo con lo que se puede justificar lo que le pasó a Estados Unidos.[49] Con el mismo argumento se puede decir que Israel ha abusado de los palestinos por varías décadas, con lo que se puede justificar el uso de violencia por parte de los palestinos al estado sionista.

Por último, Held le da una gran importancia a la humillación como un factor que causa el terrorismo. Humillación es (Held utiliza la definición de Avishai Margalit): “cualquier tipo de comportamiento o condición que constituye una razón suficiente para una persona a considerar su auto-respeto dañado”[50] Cuando alguien es humillado siempre va a sentir la emoción. No es lo mismo vergüenza que humillación. La primera será ocasionada por defectos individuales, mientras que la segunda será ocasionada por un tercero que haya disminuido a alguien. Cuando alguien es humillado lo que crea es enojo y su respuesta podría, con facilidad, llegar a ser violenta. Held menciona el ejemplo de Israel: “[e]s difícil creer que muchas de las políticas y acciones de Sharon hacia los palestinos no fueron intencionalmente humilladoras.”[51] Pasa algo parecido con respecto a Estados Unidos y algunos países islámicos.

¿Cómo tratar el terrorismo?

Nunca va a ser deseable que exista el terrorismo porque eso implicar que haya muertos. La manera en que se ha tratado de erradicar este problema es declarándole la guerra al terrorismo. Sin duda, es la mejor forma de combatirlo si se toma al terrorismo como injusto. Existen críticas sobre esta concepción. En primer lugar, es incorrecto que se considere que los estados no pueden ser terroristas. Uwe Steinhoff menciona, de manera acertada, que el terrorismo no depende de quien hace el acto, sino del acto en sí.[52] En este sentido, si el terrorismo es siempre inmoral, ¿quién combate el terrorismo de los estados poderosos? En segundo lugar, no siempre el terrorismo es injusto. Por lo general, países como Estados Unidos e Israel no aceptan la responsabilidad que tienen en el asunto y sólo buscan el castigo de los aparentes enemigos de la paz, aunque ellos hayan influido antes en el enojo de sus enemigos. Por último, no existe un solo tipo de terrorismo, de la misma forma que no existe un solo tipo de guerra. Las causas y la forma de llevar las guerras son distintas entre los grupos terroristas. No es lo mismo el terrorismo palestino que el de Osama Bin Laden y Al Qaeda.[53]

Entonces, ¿cómo se puede combatir el terrorismo? El contra-terrorismo es un método ineficiente para combatir el terrorismo. Held invita a reflexionar sobre lo siguiente: “Los juicios persuasivos deberían (…) considerar como las acciones de los estados que se oponen a los grupos terroristas han matado a más civiles que terroristas.”[54] Es aquí donde se pregunta; ¿hasta dónde puede llegar el daño colateral? Además con más guerra no se va a terminar el terrorismo porque las condiciones que llevaron al terrorismo en un principio, no habrán cambiado.

Steinhoff afirma que si los estados realmente quieren combatir el terrorismo a fondo, y legítimamente; hay tres cosas que se deben hacer. En primer lugar, se deben rechazar los estándares de doble moral. A lo que se refiere es incorrecto que los actos de los estados sean morales y lo de sus enemigos inmorales. En segundo lugar, los estados se deben enfocar en la persecución del crimen. Y por último, el más importante, se deben incluir a los excluidos.[55] La responsabilidad es compartida, si se utiliza la violencia es porque es una forma efectiva de que se logren los objetivos de los grupos terroristas, que muy posiblemente no se lograron obtener por otras vías más pacificas.

Por último, es justo que todas las naciones tengan su propio estado. Es un derecho que todos los pueblos tengan auto-determinación. Así como todos los individuos deben de ser libres de hacer lo que quieran, todas las naciones deberían ser completamente soberanas. Es una causa justa que el pueblo palestino, el pueblo checheno, el pueblo vasco, el pueblo kurdo y todos los pueblos en el mundo que no tienen estado, luchen hasta que puedan, al igual que otras naciones, tener el derecho de auto-determinarse.



[1] Enrique Serrano Gómez, “¿Existen guerras justas?”, Signos filosóficos, no. 6 (julio-diciembre, 2001): 291.

[2] Jeremy Waldron, “Terrorism and the uses of terror”, The Journal of Ethics, vol. 8, no. 1 (marzo, 2004): 6-7.

[3] Bruce Hoffman, “Defining Terrorism” en Inside Terrorism (Estados Unidos: Columbia University Press, 1998), 15-6.

[4] Íbid., 17.

[5] Íbid., 20.

[6] Íbid., 23.

[7] Robert Goodin, “Terrorism as Unjust War: Killing Innocent Civilians” en What’s Wrong with Terrorism? (Gran Bretaña: Polity Press, 2006), 6.

[8] Íbid., 7. “pre-meditated politically motivated violence perpetrated against non-combatants, targeted by sub-national groups or clandestine agents, usually intended to influence an audience.” (trad. propia)

[9] Íbid. “In contrast [to terrorism], war is subject to international law. Terrorists recognize no rules. No person, place or object of value is immune from terrorist attack. There are no innocents” (trad. propia).

[10] Virginia Held, “Terrorism and War”, The Journal of Ethics, vol. 8, no. 1 (marzo, 2004): 62. “Governments characteristically define terrorism as something only their opponents can commit, as something only those who seek to change policies, or to attack a given political system or status quo can engage in.” (trad. propia)

[11] Coady., 40.

[12] Michael Walter, “El crimen de la guerra” en Guerras Justas e Injustas (España: Paidós, 2001), 52.

[13] Farid Kahhat, “Jus in Bello: terrorismo y daño collateral” en Gilles Bataillon, Gilles Bienvenu & Ambrosio Velasco Gómez (coord.), Las teorías de la guerra justa en el siglo XVI y sus expresiones contemporáneas (México: cide, unam & cemca, 2008), 413.

[14] Walzer, “El terrorismo” en Guerras Justas e Injustas, 269-70.

[15] Michael Walzer, “Cinco preguntas sobre el terrorismo”, Letras Libres, vol. 4, no. 45 (septiembre, 2002): 26.

[16] Íbid., 28.

[17] Íbid. 29.

[18] Goodin, “Terrorism as Unjust War” en What’s wrong with terrorism, 10.

[19] Waldron, 22.

[20] Íbid., 11-3.

[21] Íbid., 14-5.

[22] Held, “Terrorism and War”, 66.

[23] Íbid., 68-69.

[24] Íbid., 61.

[25] C. A. J. Coady, “Terrorism and Innocence”, The Journal of Ethics, vol. 8, no.1 (marzo, 2004): 39.

[26] Íbid., 40.

[27] Held, “Terrorism and War”, 67.

[28] Coady, 42.

[29] Coady. 43.

[30] Íbid.

[31] Walzer, “La inmunidad de los no-combatientes y la necesidad militar" en Guerras Justas e Injustas, 195.

[32] Íbid., 200.

[33] Goodin, “Terrorism as Unjust War” en What’s wrong with terrorism, 18.

[34] Íbid., 19.

[35] Íbid.

[36] Íbid., 20.

[37] Íbid., 23-4.

[38] Virginia Held, “Terrorism, Rights, and Political Goals” en R. G. Frey & Christopher W. Morris (eds.), Violence, Terrorism, and Justice (Gran Bretaña: Cambridge University Press, 1991), 68.

[39] Coady, 44.

[40] Goodin, “Terrorism as Unjust War” en What’s wrong with terrorism?, 25. “According to the conventions that define the rule of just wars, it is permissible to kill enemy troops simply because they are enemy troops, regardless of what they happen to be doing at the moment. It is permissible to kill enemy troops on grounds of the threat the might pose, sometime in the future. (…) Under the rules of just war, it is permissible to inflict unintended harm on innocent civilians in pursuit of legitimate military objectives.” (trad. propia)

[41] Goodin, 25-6.

[42] Coady, 45.

[43] Íbid., “The deluded attacker is an agent of harm but the innocent shield is a mere instrument of an agent of harm.” (trad. propia)

[44] Íbid., 46.

[45] Íbid. 51.

[46] Íbid.

[47] Íbid., 52-3.

[48] Íbid. 54.

[49] Held, “Terrorism and War”, 60-1.

[50] Íbid., 74. “any sort of behavior or condition that constitutes a sound reason for a person to consider hiso or her self-respect injured.” (trad. propia)

[51] Íbid., 75. “[i]t is hard to believe that many of Sharon’s policies and actions towards the Palestinians are not intentionally humiliating.” (trad. propia)

[52] Uwe Steinhoff, “The ethics of Terrorism” en On the Ethics of War and Terrorism (Gran Bretaña: The Oxford Leverhulme Programme on the Changing Character of War, University of Oxford, 2007), 110.

[53] Held, “Terrorism and War”, 59.

[54] Held, “Terrorism and War”, 61. “Persuasive judgements should (…) consider how the actions of states opposing terrorists have frequently killed far more civilians tan terrorists.” (trad. propia)

[55] Steinhoff, 137.